El hedor fue la primera señal. Un olor fétido, denso e insoportable comenzó a filtrarse desde el subsuelo de una vieja escuela abandonada en el barrio Vista al Mar, en la parte alta de Esmeraldas. Los vecinos, acostumbrados al silencio temeroso que domina la zona, pensaron que se trataba de un animal muerto. Pero la verdad era mucho más perturbadora.

Dentro de una cisterna cubierta de maleza y basura, la Policía Nacional encontró los restos de un espantoso secreto: cuerpos humanos desmembrados, cráneos, huesos dispersos y prendas cubiertas de lodo.

El hallazgo en la escuela de Vista al Mar

El hallazgo se produjo el domingo 19 de octubre, luego de que una alerta ciudadana llegara a las autoridades. El sitio, un antiguo centro educativo que alguna vez albergó niños y risas, había sido convertido en guarida por el Grupo Delictivo Organizado (GDO) Tiguerones, liderado por dos sujetos conocidos en el mundo criminal como 'Coqui' y 'Caramelo'.

Según las primeras investigaciones, ese lugar habría funcionado como punto de desaparición y eliminación de víctimas de secuestros: una especie de fosa clandestina urbana donde los verdugos se deshacían de los cuerpos en silencio.

Un pozo convertido en tumba colectiva

El operativo fue desplegado por unidades de la Dinased, el GOE y agentes de Criminalística, con apoyo del Cuerpo de Bomberos. Equipados con mascarillas, sistemas de respiración y cuerdas, los rescatistas descendieron lentamente al interior del pozo. Allí, entre el agua putrefacta y la oscuridad, se toparon con una escena difícil de describir.

Flotando en la superficie, cubierto de algas y desechos, se hallaba un cuerpo humano en avanzado estado de descomposición. Pero no estaba solo. En el fondo del pozo se descubrieron cinco fundas plásticas negras selladas con cinta, dentro de las cuales había fragmentos humanos. Además, cuatro cráneos fueron recuperados, algunos con signos de violencia extrema. En total, se presume que al menos seis personas fueron asesinadas y lanzadas a esa cisterna.

“Era una escena dantesca, algo que no se olvida fácilmente”, dijo uno de los agentes que participó en la extracción. “Había restos mezclados con lodo, cabellos humanos enredados entre la basura y trozos de ropa que alguna vez pertenecieron a alguien. No se podía respirar ahí abajo”.

La víctima más reciente: un adolescente desaparecido

Las indagaciones apuntan a que una de las víctimas sería Diego Andrés Chávez Mina, un adolescente de 16 años reportado como desaparecido el pasado viernes 17 de octubre. Según fuentes policiales, el joven habría sido secuestrado por Los Tiguerones, quienes lo ejecutaron y posteriormente arrojaron su cuerpo dentro de la cisterna para hacerlo desaparecer.

El caso de Diego destapó la existencia de este cementerio clandestino, donde, de acuerdo con testimonios recabados, los criminales enterraban o sumergían a sus víctimas para evitar cualquier rastro.

Vecinos aseguran que durante las noches se escuchaban ruidos de motocicletas y voces en el lugar, pero el miedo los mantuvo en silencio. “Nadie se atrevía a acercarse. Sabíamos que algo pasaba, pero en este barrio el que pregunta mucho no amanece”, relató una moradora con la voz temblorosa.

El refugio del miedo

El centro educativo abandonado, que en otro tiempo fue símbolo de aprendizaje, terminó convertido en refugio del crimen. Sus aulas cubiertas de grafitis y maleza, sus pasillos vacíos y su cisterna convertida en tumba cuentan la historia de un territorio tomado por la violencia.

Según las autoridades, el sitio habría sido utilizado por Los Tiguerones no solo como escondite, sino también como punto de tortura y ejecución.

Los restos hallados fueron trasladados al Centro Forense de Esmeraldas para las pericias correspondientes. Expertos deberán determinar cuánto tiempo llevaban los cuerpos en el pozo, la identidad de las víctimas y la forma exacta en que fueron asesinadas.

Indignación y miedo en Vista al Mar

La noticia corrió como un incendio. Decenas de curiosos se agolparon en los alrededores mientras la Policía acordonaba la zona. Algunos lloraban, otros rezaban. La escena, iluminada por las luces azules de los patrulleros y el humo del desinfectante usado por los bomberos, parecía sacada de una pesadilla.

“Ya no sabemos dónde estamos viviendo”, dijo un hombre mientras observaba el operativo. “Esto era una escuela, un lugar para los niños… y ahora resulta que lo usaban para matar gente. Es una vergüenza y una tragedia”.

La Policía mantiene vigilancia permanente en el sitio mientras las investigaciones avanzan. Sin embargo, los vecinos aún sienten que el miedo se ha instalado en sus calles. “Después de esto, nadie puede dormir tranquilo”, comentó otra residente.

Durante años, el pozo del antiguo centro educativo fue solo una estructura olvidada. Pero este fin de semana, sus aguas turbias devolvieron lo que los asesinos intentaron esconder. En sus profundidades quedaron las huellas del horror, las voces de quienes fueron silenciados y el testimonio de una ciudad que sigue siendo devorada por la violencia.

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