El crimen a balazos que acabó con la vida de un joven, quien había cumplido 16 años hace apenas unas semanas, ha conmocionado a la comunidad de San Pablo, en la provincia de Santa Elena. La tragedia tomó un giro aún más doloroso cuando, en medio del tumulto, el presunto sicario confesó al padre del menor que se había equivocado de víctima.

El hecho ocurrió la tarde del sábado en la vía principal del balneario, cuando ´Robertito´, como le decían con cariño sus familiares y amigos, fue interceptado y abatido por un sujeto que se movilizaba en una motocicleta. El ataque fue directo y certero; el adolescente murió de manera instantánea, sin posibilidad de auxilio.

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Minutos después del crimen, un patrullero que circulaba por la zona logró interceptar al sospechoso y detenerlo. Sin embargo, la rápida acción policial no contuvo la furia de los habitantes. Enardecidos, decenas de pobladores rodearon la camioneta policial, bajaron al detenido a la fuerza y lo golpearon brutalmente mientras gritaban consignas de justicia.

Los uniformados debieron emplear todos sus recursos para rescatar al individuo, mientras la multitud coreaba “¡Quémenlo, quémenlo!”, convencida de que el sistema judicial lo dejaría en libertad en poco tiempo. “Ese asesino no merece vivir, aquí las leyes no sirven”, gritó uno de los presentes.

En medio del caos, el padre del menor logró acercarse al sospechoso. Entre llantos y desesperación, lo increpó: ¿Por qué lo mataste? ¿Qué te hizo mi hijo? ¡Apenas tenía 16 años, estaba empezando a vivir!

La respuesta del detenido dejó atónitos a todos los presentes. Me equivoqué, a él no era.

El desgarrador momento quedó grabado en un video que se viralizó rápidamente en redes sociales, aumentando la indignación colectiva.

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Un joven lleno de sueños

El chico cursaba el segundo año de bachillerato en una Unidad Educativa en San Pablo. Compañeros y docentes lo recuerdan como un estudiante responsable, alegre, aplicado y que no se metía en problemas. “Era de los mejores del curso, siempre dispuesto a ayudar”, comentó uno de sus amigos más cercanos.

La comuna de San Pablo se encuentra sumida en la tristeza. Vecinos, familias y maestros coinciden en que la muerte del adolescente no solo representa una pérdida irreparable para su hogar, sino también una herida abierta para toda la comunidad, que exige justicia y garantías de seguridad.

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