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Diario Extra Ecuador

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“Es el juego del gato y el ratón”

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Gorka Moreno, Guayaquil
A sus 35 años, María Belén Escobar, capitán de la Policía Nacional, se enfrenta a la ardua misión de reducir la delincuencia en el circuito Salinas de Guayaquil, que incluye el barrio de tolerancia y sus alrededores.
Hasta el momento, las estadísticas respaldan su labor. Entre el 1 de enero y el 27 de mayo de 2016, se registraron 157 delitos en la zona, frente a los 236 computados en el mismo período de 2015.
Sin embargo, María Belén debe lidiar con un nuevo fenómeno social: la prostitución callejera en la 17, a pocos metros de la 18. Tal y como desveló EXTRA, las sexoservidoras ya no solo se apuestan en este punto los domingos, cuando los prostíbulos permanecen cerrados por disposición legal, sino los siete días de la semana.
¿Las sexoservidoras de la 17 son un problema?
Estamos invirtiendo tiempo y recursos para pedirles que, por favor, se retiren. Hay mujeres que se colocan ahí y hostales que les dan las facilidades para ejercer, a pesar de no estar habilitados. Nos hemos coordinado con el Departamento de Justicia y Vigilancia del Municipio, hemos generado oficios a la Municipalidad para solicitar que ponga policías metropolitanos por tratarse de un área regenerada, hemos realizado operativos y controles… Ellas saben que están haciendo mal, pero no les importa.
Las chicas aseguraron que ya son unas cincuenta, aunque no ejerzan todas a la vez.
En total podrían sumar ese número, pero me parece exagerado. No hay tantas al mismo tiempo.
También me explicaron que algunas de las nuevas realizan gestos obscenos.
¿Le han transmitido sus problemas internos?
Se tiene algo de conocimiento, pero son situaciones internas que aún no derivan en un conflicto. También hemos convocado reuniones con los dueños de los locales de la 18. Para ellos constituye un problema que las señoritas salgan a la calle porque, después, las multas o las posibles medidas para solucionarlo podrían afectarles.
Algunas veteranas llegaron a las manos con las más provocativas. Incluso varios proxenetas trataron de instalarse en la 17. ¿Está al corriente de esa clase de episodios?
Un escándalo en la vía pública no solo lo conocen ellas. Pero la hora de mayores problemas es de ocho a nueve de la noche, después de que cierra la 18 (enseña un gráfico que corrobora su afirmación). Yo recibo una población flotante por la 18 de 1.000 a 1.500 personas diarias. Y en el momento del cierre, hablamos de unas 500. También hemos dialogado con los propietarios de varias tiendas, que tras el cierre venden bebidas alcohólicas, de modo que muchos clientes se quedan fuera. Al estar ahí, a las trabajadoras sexuales se les hace más fácil ofrecer sus servicios.
Las mujeres reconocieron que tras el terremoto y las réplicas trabajaron en la vía pública porque la 18 no estaba abierta.
La semana del temblor, la 18 se cerró una semana. Entonces, se colocaron en la 17. Esos días, nuestros recursos se dedicaron a “por favor, por favor” (retírense).
¿Hasta qué punto la Policía Nacional tiene potestad para sacar a las sexoservidoras de la 17?
No podemos perseguirlas. Lo único que nos queda, ante un pedido de los vecinos, es solicitarles que por favor se retiren.
¿Ha habido detenciones en la 17 por peleas u otros conflictos?
Sí, claro, pero entre las chicas no. Las chicas no son el problema como tal. El problema son los clientes. Porque cuando cierra la 18, algunas personas salen en estado de embriaguez. Y en su mayoría, las líneas de buses están en la 17, por donde también pasan los taxistas informales. Así que se genera una aglomeración de vendedores ambulantes, de personas que tal vez quieren delinquir porque ven la oportunidad.
Cuando ustedes piden a las chicas que se retiren, ¿viven momentos de tensión?
No.
Pero si ellas vuelven...
Nuestro trabajo sigue siendo el mismo. Tanta es la insistencia que, por último, cogemos y procedemos a realizar registros. Pero hasta ahí.
¿Cree que dejarán la 17?
Ellas ven el patrullero, se van y a los cinco minutos regresan. Es el juego del gato y el ratón.
Según los moradores, ahora hay más inseguridad.
Ellos se basan en una percepción general, de domingo a domingo. Pero el pico es en la noche (de lunes a sábado, las chicas de la 17 suelen apostarse entre las 07:00 y las 11:00; los domingos, desde la mañana hasta la tarde).
¿Y qué tipo de incidentes provoca estas mujeres?
Que el cliente le robó el celular; que el cliente se enamoró de ella, pero la chica tiene marido y este reclama al cliente y le pega.
Las chicas manifestaron que si pudieran ejercer los domingos, se evitaría la prostitución de la calle. ¿Usted cree que seguirían yendo a la 17?
Sí. Si tenemos un barrio de tolerancia y van a la 17, a la hora que sea. Nadie puede juzgar el trabajo de nadie, tenemos derecho a trabajar. Pero todos nos regimos por leyes que debemos cumplir.
Porque la prostitución en la calle está prohibida.
Obviamente. Y hacerlo es una contravención. Pero ellas no ejercen en la calle. Hay que diferenciar. Ofertan sus servicios en la calle y ejercen en hostales.
¿No se les puede sancionar?
No. La contravención es cometer actos sexuales o indecorosos en la vía pública. Pero si están paradas en una esquina como cualquier ciudadana.
¿Quiénes deberían actuar?
Autoridades (estatales y municipales), Policía Nacional y comunidad. Nosotros nos encargamos de dar protección y seguridad. Y lo estamos haciendo.
Es difícil acabar con esto.
Muy difícil. Imposible no, complicado sí.

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