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Francesca busca recuperar su alegría en Alemania

Emerson Rubio, Quito
Cruzó el océano Atlántico en busca de una esperanza de vida. Francesca, la niña a la que un tumor en la médula espinal le ha frenado sus sueños, voló hacia Alemania para encomendarse a las manos de un grupo de médicos que esperan devolverle sus días de felicidad.
Con la ilusión de regresar en mejores condiciones, la adolescente de 13 años y su madre Gabriela Prado se despidieron con abrazos de sus familiares, a las 16:00 del pasado viernes, antes de abordar la nave que las llevaría desde el aeropuerto internacional Mariscal Sucre de Quito hacia Heidelberg, en el sur del territorio germano.
En noviembre de 2015, le detectaron a Francesca esta alteración patológica. Desde entonces, su progenitora inició una campaña en redes sociales para recaudar fondos y, con ese dinero, tratar a su hija en Estados Unidos, ya que, según ella, en Ecuador el remedio era una operación que, al parecer, podía dejarla en silla de ruedas.
Sin embargo, una mala noticia intentó aplacar su optimismo de conseguir una solución no invasiva para Francesca. Médicos norteamericanos rechazaron el caso, puesto que “el tumor era muy grande”.
Frente a ello, Gabriela envió un listado de exámenes a un hospital alemán y la respuesta fue más alentadora. Existe una posibilidad de que la niña tenga un mejor porvenir luego de una cirugía.
Hace dos semanas los galenos confirmaron que aceptan el caso, lo que mantiene en pie sus esperanzas.
se marchó bendecida
“Te amamos Francesca”, rezaba el pasado jueves un cartel hecho por sus compañeras de octavo de básica colocado en el altar de la iglesia del colegio Spellman, donde un aire de ilusión se desplazaba por cada una de las bancas de madera que adornaban aquel lugar, revestido de paz, en el que se hizo una misa para bendecirlas en su periplo.
Compañeras de Francesca se acercaron y, con frescura y sinceridad, echaron sobre ella las bendiciones y los mejores deseos para que regresara nuevamente a ocupar su pupitre, que permanecerá vacío mientras ella esté fuera.
En carteles, varias de sus amigas y familiares escribieron frases cortas pero emotivas. “Muchas bendiciones”, se leía en uno de ellos, augurando el mejor viaje para la pequeña.
Para Gabriela, el apoyo que ha recibido ha sido reconfortante, pues considera que la gente se conmovió por el caso y todo aquel soporte que recibió la ha dejado “impresionada”, ya que ese fue el motor para que la lucha continuara hasta reunir los 70.000 dólares que necesitaba (aunque endeudada porque ha pedido dinero prestado a amigos y familiares) para desplazarse hasta Alemania.
El corazón de Francesca se ha fortalecido con palabras de aliento y cadenas de oraciones, de amigos, vecinos y más personas. Ahora su alma tiene una armadura para ganarle la pelea al tumor, cuenta su mamá.
“No voy a mentir: hay ratos en los que uno tiene ganas de botar la toalla, hay desesperación ante el dolor, ante la angustia de un hijo. Es difícil reaccionar, tomar decisiones objetivamente, pero con el apoyo de la gente, con mensajitos, con regalitos hechos con las manos de la gente o de las compañeritas de mi hija, nos han alimentado el alma y llenado de fortaleza para seguir con la batalla”, precisó Gabriela.
Hoy, Francesca tendrá una cita en el hospital donde nuevamente le realizarán exámenes médicos. “Siento un poco de miedo, porque estamos lejos de casa y de la familia; pero por otro lado, con mucha esperanza de que las cosas salgan bien para regresar en dos meses (el 30 de mayo)”, es el pálpito de una madre que es capaz de arriesgarlo todo por la vida de su hija.