Exclusivo
Actualidad

Necrofilia: entre el trastorno y la abominación

Germania Salazar, Guayaquil
El 26 de abril de 2004, doce horas después de que más de un centenar de personas asistieran al funeral de una joven, la bóveda número 210 del cementerio de Santa Rosa de Caba, a 14 kilómetros de Pereira, Colombia, fue abierta por un sujeto.
El individuo, sin dudarlo, extrajo entonces los restos de ‘Lily’, que dos días antes había sido asesinada de varios tiros, a los 18 años de edad, por el propio profanador de tumbas. El motivo: la difunta no había prestado atención a sus galanterías.
 Aunque el cuerpo estaba yerto y el hedor era insoportable, el criminal sacó un cuchillo, cortó las vestiduras de la víctima, la besó y mantuvo relaciones sexuales bajo la oscuridad de la madrugada.
Al siguiente día, el pueblo fue testigo de una horrorosa escena: en la tumba había muestras de comida, basura y una chaqueta jean color petróleo.Además, el ataúd estaba abierto y cerca de este se encontraba el cuerpo de la chica.
Tras ver cómo su hija había recibido los disparos mientras conversaba con su novio en los exteriores de la casa, ahora debían contemplar el cadáver desnudo y maltratado.
En Ecuador también se registró un caso a principios de siglo, concretamente el 8 de noviembre de 2000 en la ciudad de Quito. Tres jóvenes golpearon con una maceta a una mujer, luego la estrangularon y, una vez muerta, la violaron. Uno de los asesinos era el propio ahijado de la víctima.

TRASTORNOS
Para el psiquiatra Juan Montenegro Clavijo, exdirector de la morgue de Policía, los necrófilos son personas que padecen un trastorno de la personalidad y sienten placer cuando están frente a un cadáver. “No les basta con verlo, sino que necesitan tener relaciones sexuales. Seguramente han sufrido rechazos de sus parejas o de alguna persona de quien se enamoraron”, resalta a EXTRA.
Los sitios más frecuentados por estas personas son los hospitales y anfiteatros. Y es que suelen preferir los cadáveres frescos, que no han pasado por el proceso de formolización.
Se trata de prácticas que son más comunes en los hombres que las mujeres, en parte también porque resulta complicado que un varón después de muerto tenga una erección.

TIPOS DE NECRÓFILOS
 Ernesto Carrasco, presidente del Colegio de Médicos del Guayas, define la necrofilia como el interés sexual por los muertos, lo que abarca cualquier tipo de contacto físico o emocional.
 “Consiste en hallar el máximo placer por medio de tocar, contemplar, mutilar o tener cópula con un cadáver”, destaca.
Carrasco distingue varios tipos de necrofilias: “Están los descuartizadores, desenterradores, caníbales y los que copulan con las personas recién fallecidas”. Incluso hay quienes la practican por amor a su pareja fallecida. “En estos casos se trataría de un acto necrófilo aislado”, valora.
Lo que muchos ignoran es que, al mantener contacto sexual con un muerto, se corre un riesgo considerable de contraer meningitis, infecciones urinarias, respiratorias y hasta la misma muerte, apostilla Narcilo Villavicencio, médico de Salud Pública y profesor de Microbiología.

EL PERFIL
El sexólogo y psiquiatra Germánico Zambrano recuerda que los necrófilos son enfermos mentales, psicópatas peligrosos. “Lo que hacen repugna hasta a los mismos delincuentes”, señala el especialista.
Dichas personas pueden sufrir alucinaciones auditivas o visuales, sentirse aislados socialmente, coleccionar fotos de cadáveres... Algunos piensan que manteniendo sexo con un muerto reciben energía de este o hasta poderes satánicos.
En este sentido, Zambrano añade que algunos perturbados aterrizan en estas prácticas porque creen que ya han hecho todo lo malo que podían en sus vidas. Entonces, deciden experimentar con cadáveres, algo a lo que casi nadie se atreve.

TRATAMIENTO
Eduardo Tigua, especializado en psiquiatría y psicología, cree que el tema de la necrofilia es un tabú, en parte porque los afectados rara vez buscan ayuda médica.
A su juicio, las causas que explican este trastorno deben buscarse en posibles traumas que el individuo adquirió en su infancia como, por ejemplo, haber presenciado crímenes sexuales. “Son cosas bien fuertes que marcan a la persona”, detalla.
En los casos de necrofilia más leves, sí existe un tratamiento posible, basado en psicoterapia y medicación. Pero en los más graves,  como sucede con los asesinos en serie, “solo queda la cárcel o el cementerio”, remata.