Pan de jamón: el alimento que une a las familias venezolanas en diciembre
La migración a Ecuador trajo consigo sus costumbres y sabores. Este producto creado en Caracas hace más de cien años significa identidad y raíces

La chef Jacqueline de Sousa migró hace nueve años a Guayaquil y trajo la receta del pan de jamón que elabora bajo pedido.
Mientras en Ecuador la mesa por las festividades de diciembre suelen llenarse de pavo, relleno, arroz, ensalada, jamón glaseado, chocolate caliente y pan de Pascua o panetón, en los hogares de los migrantes venezolanos hay un invitado que no puede faltar: el pan de jamón.
Con la llegada de ciudadanos venezolanos a ciudades como Guayaquil, las celebraciones han ido sumando nuevos sabores. A las tradiciones locales se han incorporado platos emblemáticos como las hayacas, el pernil, la ensalada de gallina, el dulce de lechosa y, sobre todo, el pan de jamón, un alimento cargado de nostalgia que para muchos sabe a hogar.
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Este pan, tradicionalmente largo -entre 40 y 45 centímetros-, va relleno de jamón, tocino, aceitunas y pasas. Es semidulce y su contraste de sabores resume el espíritu decembrino venezolano. Con los años ha tenido variaciones regionales, pero sin perder su esencia.
Mucho más que comida
Para Jacqueline de Sousa, chef venezolana radicada en Guayaquil desde hace nueve años, el pan de jamón es identidad pura. “No es solo un pan, es historia, raíces y celebración. Nos puede faltar todo, menos el pan de jamón y la hayaca”, asegura.

Su precio puede variar según el porte del pan.
Explica que, aunque hoy existen versiones con queso crema o masas distintas, el pan de jamón tradicional no lleva lácteos. Sin embargo, reconoce que las adaptaciones ayudan a conectar con nuevos paladares.
"De ley tiene que estar en la mesa"
En Ecuador, los principales compradores siguen siendo venezolanos y también ecuatorianos “venezonalizados”, aquellos que lo probaron por parejas o amigos y lo adoptaron como parte de su Navidad.
Tradiciones que se mezclan
Paúl Orrala, guayaquileño casado con una venezolana, cuenta que en su casa las costumbres ya se fusionaron. “El pavo, el chocolate y el pan de Pascua conviven perfectamente con el pan de jamón, las hayacas y el pernil”, dice.

El pan de jamón no puede faltar en la cena decembrina de ningún venezolano.
Para los migrantes, conseguir este producto fuera de su país es una forma de resistir al desarraigo. Daryana Ribero, odontóloga venezolana de 44 años, explica que en Guayaquil hay panaderías y emprendimientos que lo venden, sobre todo por redes sociales. “El pan de jamón es diciembre. De ley tiene que estar en la mesa, incluso fuera del país”, afirma.
Víctor Szotyori, asesor inmobiliario venezolano, resume el sentimiento: “Si no está el pan de jamón, falta una parte de Venezuela”.
Precios y demanda
El pan de jamón se vende hoy en distintos tamaños y precios, que van de 10 a 25 dólares, según los ingredientes y el tipo de elaboración. Hay versiones artesanales y otras más comerciales, pero todas con el mismo objetivo: mantener viva la tradición. Panaderos ecuatorianos como Wilson Flores, de Panadería Erick, lo preparan solo bajo pedido. “Lo compran principalmente venezolanos. Así evitamos pérdidas y garantizamos frescura”, explica.

Llegó a Guayaquil y a otras ciudades para quedarse.
En medio de la migración y la mezcla cultural, el pan de jamón se ha convertido en un puente entre países. En cada rebanada no solo hay jamón y pasas, sino memoria, familia y la certeza de que la tradición venezolana siempre encuentra dónde sentarse a la mesa.
Historia
El pan de jamón es una tradición venezolana que se remonta a 1905, en Caracas. Nació de forma comercial en una panadería fundada por inmigrantes italianos y, con el tiempo, se convirtió en una costumbre nacional, según crónicas del país llanero.
A diferencia de otras recetas transmitidas de generación en generación en los hogares, este pan salió de los hornos comerciales para transformarse en un símbolo infaltable de la Navidad venezolana.
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