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Arte drag: lo que dice una adulta mayor sobre la sociedad actual

Sin pelos en la lengua, Virginia Vergonia Vergara hace un monólogo sobre las tribus urbanas.  Ella prefiere el sanjuanito

VIRGINIA VERGONIA VERGARA DRAG QUEEN
Virginia Vergonia Vergara intenta hacer break dance, pero su edad ya no se lo permite.ANGELO CHAMBA

Cuando se le pregunta a un adulto mayor sobre la sociedad su respuesta será que su época siempre será la mejor. La añoranza del pasado y desde esos ojos ver el presente es el eje del monólogo – ‘Soy Trap... perra’– de Virginia Vergonia Vergara, de 62 años.

El personaje es representado por Alexander Cisneros, un joven de 27 años que se dedicó al arte drag. La idea de la obra surgió cuando las tribus urbanas estaban en auge. “Nos hablaban de ser inclusivos con los jóvenes. De sus características”, comenta Alexander.

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Ahora, varios años después se preguntó ¿Qué pasó con esas tribus? “Los emos se hicieron psicólogos, los punkeros sucumbieron ante el sistema...”, bromea.

"ME MUERO..."

Virginia es un personaje irónico que nos recuerda a las tías que se espantan al ver al sobrino vestido de negro y que escucha música estridente. “Le veo vestida de negro, con los ojos de mapache (pintados de negro) y pensé que había llorado...”, con esta línea empieza el monólogo.

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Con acento quiteño muy cerrado y vestida con un faldón verde con encajes dorados, chal rojo; y claro con tacones dorados de más de 15 centímetros, Virginia hace un recorrido por la música.

A principios de los años 2000, por ejemplo, aparecieron los emos, jóvenes que se caracterizaban por su sensibilidad, vestían de negro y rosa. Algunos se hacían cortadas en el cuerpo. “Me muero, uno poniéndose cremas en las cicatrices de la cesárea y estos haciéndose a propósito”, exclama a forma de reclamo.

VIRGINIA VERGONIA VERGARA DRAG QUEEN
Entrar en el personaje le toma a Alexander, por lo menos dos horas.ANGELO CHAMBA

Para Virginia, la evolución musical y cultural ha ido de mal en peor, solo le basta analizar sesudamente los hits de los últimos años para deducir que ni siquiera el amor se percibe como antes.

“Una primero era una dama y en la cama otra, pero ahí en las cuatro paredes, en la intimidad”, dice al escuchar una canción de trap –un subgénero musical urbano marcado por un carácter desvergonzado– que habla de relaciones sexuales explícitamente.

CRÍTICA

Sin embargo, el personaje de Virginia es en sí mismo una crítica a la sociedad y a las formas en la que la comunicación ha evolucionado. “Ella (el personaje) no tiene pelos en la lengua. No deja de decir cosas porque no son políticamente correctas”, aclara Alexander.

Él ha sido parte de causas a favor de la comunidad GLBTI y cree que se puede hacer humor sin victimización. “Se puede hacer performances, obras con temas fuertes que te hagan reflexionar, pero por otro lado está el no limitar la libertad de expresión”, explica.

Virginia –o Alexander– no tiene problema para decir que es “una zorra empoderada”. “Si te dicen algo para ofenderte, tú dices sí ¿y?”, espeta.

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Esto también lo hace desde el arte drag – representación histriónica de lo femenino– pues se ha negado a hacer representaciones masculinas. “Todavía existen brechas entre lo femenino y lo masculino y busco cambiar eso desde la transgresión”, acota.

El monólogo se extiende más de la hora esperada porque el público no deja de reír con las ocurrencias de Virginia. “Esto es entre el trap, eso horrible qué también será, y el sanjuanito, eso sí que era música”, dice Virginia casi santiguándose.

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