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Modificar su Jeep Suzuki, hasta convertirlo en un 4x4, le costó a Carla Verdesoto 15 mil dólares y va por más.CARLA VERDESOTO

Carla Verdesoto: la reina de los carros 4 x 4

Contrario a su papá, el chef y presentador de tv Esteban Verdesoto, quien es apasionado por las motos, Carla ama los carros. Tiene un jeep modificado

A sus 23 años, Carla Verdesoto se emociona cuando habla de los ‘fierros’, refiriéndose a los carros que conduce, uno de ellos modificado al extremo. Para la hija del chef quiteño y presentador de tv Esteban Verdesoto, conducir un 4x4 no se trata solo de un pasatiempo, sino de una pasión que mueve su vida y que nació casi de casualidad, un día cualquiera, cuando aún era colegiala.

“Recuerdo que fue hace cinco años cuando al salir del colegio, unos amigos me invitaron a probar un carro de carreras. Yo no tenía nada que hacer y dije, bueno, cualquier plan es divertido. Me fui, lo probé y ahí me quedé totalmente enamorada de este mundo”, le comentó a EXTRA.

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Desde entonces, el ruido de los motores, el olor a gasolina y el lodo se convirtieron en parte esencial de su día a día. Contrario a su papá quien prefiere recorrer con más calma las carreteras andinas sobre su moto Harley Davidson, de las que es aficionado. Incluso pertenece a un club de ‘riders’.

Actualmente, Carla maneja un jeep Suzuki Samurai 4x4 modificado con grandes y poderosas llantas de medida 31 (el diámetro del neumático en pulgadas), suspensión elevada y accesorios diseñados para enfrentar la montaña: wincha, guardachoque, rollbar y demás.

Carla junto a su papá, el chef y presentador de tv, Esteban Verdesoto. Ambos comparten la pasión por las llantasCARLA VERDESOTO

“Ese carro lo sacas de la concesionaria como cualquier otro, pero uno lo va transformando hasta que se hace un todoterreno capaz de superar cualquier obstáculo”, dice con orgullo de Milico, su compañero de travesías.

Las modificaciones son elevadas

El costo de esas modificaciones no es barato. “Esto es interminable, puedes meterle fácilmente mínimo unos 20 mil dólares. Yo habré invertido hasta el momento unos 15 mil dólares, y todavía me falta. Además, en cada ruta se rompe algo. Compites, se daña y otra vez tienes que invertir”, admite. Lo más sensible de este tipo de vehículos son las llantas. Es imposible llevarlas a la ciudad, ya que las puntas de goma que tienen para mejor agarre en lodo y montaña, se desgastan rápido en el asfalto.

"Son carros muy altos, fáciles de perder estabilidad"Carla Verdesoto
​Corredora de carros 4 x 4

Carla no solo participa en competencias que suelen ser costosas por inscripciones y logística, -movilizar el automotor sobre ‘grúas niñeras’—, sino que disfruta de las rutas largas. Las travesías pueden ser de dos días, una semana e incluso más tiempo, ya que recorren Costa, Sierra y Amazonía del país.

La universitaria ha tenido varios contratiempos con Milico, su compañero de rutasCortesía

Estas experiencias no están exentas de riesgos. Confiesa que se ha volcado varias veces. “Son carros muy altos, fáciles de perder estabilidad. Una vez me quedé colgada del cinturón de seguridad y tuvieron que ayudarme y ‘wincharme’ a otro carro para levantarme. Pero eso también es parte de la emoción: el lodo, la dificultad, el reto de salir adelante”, dice entre risas. Esta situación, confiesa, pone en sobresaltos a su papá, quien prefiere andar tranquilo, limpio y no enlodado.

Si bien Carla es la más extrema de la familia, reconoce que heredó de su padre la afición por los autos y las motos. “Yo soy el karma de mi papá. Él es loco por los carros y las motos, pero soy 300 veces más loca que él, por eso me dice: ‘eres mi karma’”, confiesa entre risas.

Disfruta la aventura de manera más tranquila

Esteban disfruta de la aventura de manera más tranquila. “Él es de paseo ligero, de empedrado. No le gusta lo extremo. Cuando yo salgo, siempre está con el corazón en la mano. Llego y le digo: ‘Papi, hoy me volqué tres veces’, y él se asusta. Me dice que tenga cuidado, que no me maltrate. Pero sabe que esta es mi pasión y aunque viva con el corazón en la mano él siempre me apoya en lo que hago”, relata.

En el mundo tuerca, incluso bromean con Esteban. “Le decimos ‘princeso’ o ‘si hay lodo, no iré’, porque es más de ir a lo seguro, mientras yo me lanzo a lo extremo”, comenta.

Aunque su papá es un chef conocido, ella dice cocinar, pero no con el amor que le pone el presentador de televisión a cada receta. “Cambiamos los roles, qué risa”, dice. Las pocas veces que él ha tenido la oportunidad de acompañarla va asustado. “Me dice que se maltrata mucho y que ya no está en edad de maltratarse”.

En un ambiente donde predominan los varones, Carla es parte de un pequeño grupo de mujeres que se atreven a ponerse al volante de estos todoterrenos. “De mi círculo seremos unas cuatro mujeres que manejamos en serio estos fierros. Los demás son hombres. Pero a mí me encanta todo lo que tenga que ver con autos, yo estoy ahí”.

Además de su Samurai, en la ciudad conduce un Ford Explorer y trabaja en modificar un Volvo para participar en piques, esas carreras callejeras que suelen darse en Quito. Afirma ser obediente con las leyes de tránsito. “Yo soy consciente. A veces, nomás se nos mete el diablito y uno va más rápido de lo normal, pero es solo en velocidad. De ahí, los semáforos y las señales no me las paso”.

No descarta participar en competencias internacionales

Más allá de los fierros, Carla está a punto de culminar la carrera a distancia de Finanzas en una universidad Internacional. Sin embargo, más adelante piensa en especializarse en el área automotriz. “Quiero aprender más, porque uno nunca sabe cuándo se queda botado en medio de la nada. Hay que saber qué hacer si se daña el embrague, si se suelta la llanta o cualquier cosa. Yo ya sé algunas cosas, pero quiero prepararme más”, dice.

No descarta participar en competencias internacionales y sueña con seguir explorando caminos, tanto en el país como fuera de él.

Y mientras tanto, sigue repitiendo con entusiasmo lo que define su vida: “Esto es lo que me encanta. Lo que sea con autos, con el mundo tuerca, me apasiona. Y ahí voy, con lodo, con riesgo, pero siempre con el corazón feliz”.

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