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Farándula
El Champ, el youtuber con poncho
Su inconformidad educativa lo llevó a buscar más allá de un trabajo normal. Crea contenido para redes sociales y los combina con emprendimientos
En cuanto reconocen su poncho y su sombrero de ala ancha, las personas se acercan para pedirle selfies, saludos grabados y autógrafos. Como casi todos los influencers, Damián Bernal, mejor conocido como El Champ, nunca se imaginó que algún día sería famoso o que alguien se acercara para preguntarle cuánto cobra por una publicidad. El camino ha sido largo.
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Ahora tiene 440.000 suscriptores en YouTube y casi 300.000 en Tik Tok con contenido de gastronomía ecuatoriana y turismo, principalmente comunitario. “El Ecuador es regionalista, por eso la idea es recorrer todas las provincias y unirnos”, dice.
En sus vídeos se pueden ver emprendimientos populares. Esta vez EXTRA lo acompañó al mercado Iñaquito, norte de Quito, para probar el jugo levantamuertos de Pilar Simbaña. (ver vídeo)
En su recorrido ha probado cosas un poco raras como helado de cuy o snacks de grillo. “Eso estuvo fuerte, pero cuando probé estaba rico. Los ecuatorianos tienen mucha imaginación”, espeta. Esto lo ha relacionado con los negocios, pues está a punto de lanzar un licor de caña, una marca de café y hasta su propio ají.
Ahora tiene un proyecto de producción de licor de caña. La materia prima sale de El Corazón, en Cotopaxi, pero su propósito es que también la zona sea atendida por las autoridades, pues no hay ni carreteras.
FRACASAR PARA AVANZAR
Este joven de 30 años y que decidió dejar la universidad para buscar su propio camino, no la tuvo fácil. En 2018, mediante vídeos en redes quiso vender su libro ‘Somos más que un título’. No funcionó.
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Luego intentó con un emprendimiento de mermeladas, otro de alcohol, un curso de contabilidad... Nada. “Yo me preguntaba por qué me persigue la mala suerte”, cuenta El Champ. Entre tanto, seguía produciendo vídeos.
UN SOÑADOR
El Champ ha trabajado desde los 15 años y cree que uno de los problemas que tuvo era el camino que le mostraban sus profesores: “estudiar, conseguir trabajo fijo, jubilarse”. “Yo sentía que en la vida hay algo más. Creo que no pueden decirles a los jóvenes que todo es lineal cuando hay otras posibilidades”.
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Para él, la mejor escuela es la de la experiencia, por ejemplo ahora sabe qué no hacer con respecto a los negocios. “Si no haces las cosas, por más universidad que tengas no vas a aprender”, finaliza.
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