Juancho López: "Cuando llegué a Estados Unidos nadie me conocía"
El recordado presentador y exchico reality revela detalles de su vida en Miami. Dice que en Ecuador tenía mucho poder, pero allá nadie lo conocía

En 2020 Juancho estudió micropigmentación.
En su pequeño departamento en Miami, Estados Unidos, escuchando música clásica y acompañado de su perra Nala, nos recibió Juan Sebastián López, mejor conocido como Juancho (43). El ganador del Gran Hermano del Pacífico (2005), bailarín, expresentador de televisión y empresario, radica en la ‘Yoni’ desde 2014 tras casarse con Juan José Manríquez y de quien se divorció en 2021.
Esta ruptura sorprendió a los seguidores de Juancho y a quienes son pate de la farándula ‘criolla’. En exclusiva para EXTRA, él cuenta su verdad...
Todos los días hago gimnasio para mantenerme y que me digan ‘viejo rico’ y para ser un suggar daddy y que me caigan todos (risas).
No, no. Hay que pensar en dos cosas: te mantienes bien o empiezas a ahorrar dinero en el banco, porque si no te mantienes bien, entonces te va a tocar pagar para tener a alguien cuando te vas haciendo viejito, entonces decidí mejor ‘sacarme la madre’ para no tener que ser un suggar daddy y en este momento no estoy con nadie. La verdad es que después de mi divorcio creo que inteligentemente me di mi tiempo de luto después de haber sufrido, porque diez años es muchísimo tiempo (en 2011 se conocieron). De ahí sí, la vida loca para arriba y para abajo, me fui a cruceros gais, hice lo que me dio la gana.
¿Encontrones? Querrás decir revolcones (risas), los hombres debemos tener nuestras cosas de vez en cuando y sentimentalmente no estoy con nadie. Mi mamá me dice: ‘mijito, bájale un tono, porque estás queriendo ser demasiado’.
Promiscuo soy, eso sí, pero cuando estoy buscando a alguien quiero que sea una persona perfecta que no existe. Ya me estoy acostumbrando a estar solo, pero hasta que llegue esa persona no me desespero.
Puede ser, pero soy súper honesto, por supuesto que estoy enamorado de mi ex, toda la vida. Fue el amor de mi vida. Pero ahora puedo tener otro amor en mi vida y es loable, va a pasar, pero no ha llegado. Tampoco volvería con mi ex porque malas acciones matan pasiones.
Yo lo bloqueé. Tuvimos una pelea, después lo hablamos. Él me pidió perdón por algunas cosas, pero también al mismo tiempo, me pidió que, por favor, mantengamos distancia, porque su pareja actual era un amigo mío.
Yo sé que él (su examigo) es un poco inseguro, entonces le dijo a mi ex que le da inseguridad saber que nosotros estamos o podríamos estar hablando, entonces yo lo respeté y dije ok.
No sé si fallé, creo que el principal problema que tuve fue que dejé de ser esa persona que él admiraba cuando yo estaba en Ecuador. Tenía mucho poder y él admiraba a esa persona.
En todo, porque cuando estaba en Ecuador no solo estaba en televisión, tenía mi empresa y gracias a Dios siempre tuve dinero, pero cuando llegué a Estados Unidos nadie me conocía, no hablaba inglés, entonces me refugie bajo sus alas y en vez de ser ese hombre poderoso, empecé a ser una persona muy débil.
Cuando llegué, lavé perros, autos, cargué cosas en camiones de mudanza, fui masajista...
Los estríperes se desnudan, los gogo dancers no, pero bailamos con ropas pequeñas y obviamente eres un objeto sexual.
Sí, y fue horrible. Tengo muchas anécdotas que no voy a profundizar.
Fue una de las cosas que me hicieron sentirme mucho más chiquito en este país, pero también me hizo mucho más fuerte al haberme parado en esas tarimas en las discotecas. Me veían en Ecuador, en tarimas con miles de personas, gritando mi nombre y con carteles y de repente estar parado frente a hombres que me estaban viendo como una chuleta. A veces regresaba a la casa llorando y algo que me aplaudo, es que soy bueno en lo que hago y fui el mejor gogo dancer y hasta ahora me piden volver. Era un personaje y me creía el puto más puto.
Nunca permití que me toquetearan. Una vez me pusieron un billete, fue una de las escenas más fuertes. Sentí que un ‘hijuepucha’ casi me mete el dedo, porque yo estaba en cuclillas para que coloque el dinero, me paré y le di un patazo en la cara. Me valió madres y por eso fue mi último día ahí. Duré como dos años y ganaba entre ocho mil y diez mil dólares mensuales.
Siempre me preguntan si alguna vez me han gritado maricón, hijo de p... o algo así y nunca me pasó.
La verdad es que me estaba besuqueando con mi esposo en un lugar abierto y nos llamaron la atención.
Me molesté. Eso pasa cuando te crees mucho.
¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE!