A sus 45 años, la locutora de radio Irlanda Saltos no solo transmite alegría cada madrugada desde la cabina de una estación local, sino que es también ejemplo de fuerza y dedicación inquebrantable como madre de dos hijos.

La historia de ‘La Mulata’, como es conocida por los oyentes, está marcada por su entrega total hacia su primogénito David, de 21 años, quien nació con parálisis cerebral tras complicaciones médicas durante el parto.

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“Mi hijo nació en un momento difícil, con hospitales en paro y una negligencia que cambió nuestras vidas”, le contó a este medio con voz pausada, mientras David, desde su silla de ruedas, escuchaba con atención la voz de su madre.

A pesar del dolor, la locutora jamás permitió que los lamentos sean obstáculos en su camino. Lejos de buscar compasión, se convirtió en una madre autosuficiente, que jamás quiso beneficiarse de bonos o ayudas estatales, consciente de que había otras madres en situaciones más críticas.

”Yo tengo dos manos, yo trabajo, tengo una profesión”, dice con firmeza. Además el padre de sus hijos, un exjugador de fútbol profesional, aunque no está presente desde hace 16 años que se divorciaron, siempre ha sido responsable en la parte económica, según dice.

Ha aprendido a vivir con limitaciones

David no camina, no habla, pero su mente está viva. Se comunica con sus ojos, las miradas las convierte en palabras, reconoce a las personas, ha aprendido a convivir con las limitaciones que la vida le impuso y se emociona con sus actores favoritos. Ama a Martín Calle, Flor María Palomeque, Don Day y a Jonathan Estrada.

“Él entiende todo, su cerebro está intacto. Solo que su cuerpo no responde como él quisiera”, detalla ‘La Mulata’.

Su día inicia a las 4:30 a.m. A las 5:00 ya está camino a la radio para animar a su audiencia, pero su jornada no termina ahí. Al retornar al hogar, su rol maternal se activa a tiempo completo.

Quiere regresar rápido a la casa para estar con David

“Yo soy la única que puede darle de comer. Él no puede quedarse con cualquier persona, solo conmigo o con su niñera, y aún así solo en momentos puntuales. Si me ausento, no descanso. Pienso todo el tiempo en él”, explica Saltos.

Cuando está fuera de casa por algún evento o viaje, lo único que quiere hacer es regresar para estar con su hijo, por una serie de cuidados que necesita y que han aparecido a medida de su desarrollo.

Su hija menor, Fiorella, de casi 15 años, ha empezado a ayudar. “Ya lo cambia, lo cuida, lo acompaña. Pero a la hora de comer, eso es todo mío”. La alimentación se ha convertido en un reto mayor, sobre todo tras un episodio de broncoaspiración que casi le cuesta la vida al joven.

Reparte su tiempo entre los escenarios y los cuidados de su hijo

Como cantante y animadora de eventos, Irlanda reparte su tiempo entre los escenarios y los cuidados de su hijo. No hay espacio para lujos personales ni para relaciones sentimentales, dice.

“No es que no haya llegado alguien, es que no tengo espacio. Duermo con mi hijo, me levanto dos o tres veces por noche para ver que está respirando bien, moverlo de posición y atenderlo cuando necesita tomar agua. ¿Quién va a querer entrar a ese mundo tan exigente y quedarse por amor?”, se cuestiona.

Su historia no tiene fin de causar lástima, sino de ser ejemplo de convicción y de profundo amor maternal. La palabra cansancio no está en su vocabulario, afirma. “He sacrificado libertad, viajes, comodidad, pero Dios me ha dado salud, y mientras esté sana, siempre saldré adelante”, confiesa.

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