Mientras el presidente y el alcalde de Guayaquil se lanzan acusaciones, expertos advierten que el problema va más allá del ruido político: los niveles de contaminación en el río Daule y en los puntos de descarga de aguas residuales superan, con creces, los límites aceptables.

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Según datos del Ministerio de Ambiente y Energía (MAE), las muestras tomadas en zonas del Daule evidencian presencia de metales y compuestos químicos “muy por encima de los límites permitidos”, lo que pone en riesgo tanto la salud de la población como el equilibrio del ecosistema.

Según el MAE, Interagua, empresa encargada del servicio en Guayaquil, capta a diario más de 1,6 millones de metros cúbicos -unos 19.000 litros por segundo- para abastecer a la ciudad. El diagnóstico preocupa a la comunidad científica, que desde hace tiempo viene alertando sobre el deterioro del recurso.

Marcial Calero, investigador de la Universidad Laica, advierte que lo que falta no es tecnología, sino voluntad. “Se necesita una gobernanza real del agua. Sin gestión conjunta entre instituciones, es imposible revertir el daño”, dijo a este Diario.

En foros académicos recientes entre la universidad mencionada y demás gremios, se ha insistido en que el río Guayas presenta una demanda bioquímica de oxígeno superior a 20 unidades -más de tres veces el límite saludable-, mientras los modelos climáticos proyectan una reducción de lluvias de hasta 20 % hacia mitad de siglo, lo que agravará la crisis hídrica y la intrusión salina.

Este debate toma relevancia luego el presidente Daniel Noboa publicó fotos de pozas verdosas en una planta y denunció que en Guayaquil se estaría consumiendo “agua con caca” y metales pesados. Horas después, el alcalde Aquiles Álvarez respondió, aparentemente, desde el mismo lugar, asegurando que las fotos fueron tomadas en un canal de aguas lluvias y residuales.

El intercambio escaló incluso a insultos. Inés Manzano, ministra de Ambiente y Energía, se sumó al fuego con un tuit hacia Álvarez: “Ahora se evidencia aún más lo que todos ya sabemos, eres un come (emoticón de heces)”.

Pero más allá del cruce de palabras, la duda persiste entre los ciudadanos. ¿Quién dice la verdad? “Ninguna de las partes tiene credibilidad”, opina David Montalván, residente del norte de Guayaquil. “El presidente dice que no lo permitirá, pero no explica cómo; el alcalde lo niega todo sin mostrar estudios independientes”, remata.

Y aunque los discursos se repiten cada cierto tiempo -sobre todo en épocas de campaña o consulta-, el agua sigue siendo el mismo punto de conflicto. Como resumió la ciudadana Dominique Campaña: “Cada vez que se acercan elecciones, vuelven con lo del ‘agua con caca’. Ya es un eslogan, no una política pública”.

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