Una copa con tonos plateados y dorados es la ‘niña’ mimada de los cirqueros del Ecuador en estos días. Cada mañana la sacan cuidadosamente de su caja para limpiarla, sacarle brillo y nuevamente guardarla con suavidad, como acostar a un bebé en una cuna. Esta copa es el emblema del Congreso Internacional de Circo Tradicional Latinoamericano, que este 2025 tendrá a Guayaquil como sede.

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Quienes integran el comité organizador del evento están ansiosos y alegres. El 11, 12 y 13 de noviembre serán los anfitriones de 12 delegaciones cirqueras de países como México, EE. UU., Colombia, Perú, El Salvador, entre otros.

Cada año, la copa es llevada con anticipación a la ciudad de la nación escogida como sede, tal como la Copa Mundial de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociado).

Los organizadores viven una mezcla de sensaciones: en ellos se nota el entusiasmo por preparar cada detalle del congreso, pero, al mismo tiempo, recuerdan con emoción y un toque de nostalgia la época de apogeo del circo en la urbe porteña, entre la década del 80 y mediados del 90.

“Los circos siempre han sido una tradición, y Guayaquil es la ciudad en que mejor acogida han tenido. Han sido infaltables en las fiestas y queremos que eso no quede atrás, sino que se mantenga”, dice convencido Oliver Palma, del comité organizador, al explicar por qué el Puerto Principal será la sede del evento.

Johnny Machado, de la Asociación de Artes Circenses de la Provincia del Guayas, complementa la idea con un recuerdo que describe lo que ha representado el circo históricamente y, al mismo tiempo, cómo las cosas han cambiado. “Hace muchos años teníamos una caravana hasta de 18 payasos por circo”, cuenta.

Xavier Palma, otro organizador, explica que con el congreso se busca demostrar que el circo en Guayaquil y Ecuador no ha ‘muerto’. Pero, en contraparte, también llamar la atención de las autoridades para que exista apoyo y facilidades para esta actividad.

Más facilidades y menos trabas

Los cirqueros piden a las autoridades seccionales y gubernamentales un mayor apoyo para que esta tradición continúe presente en las diferentes festividades y feriados, pues señalan que es un tipo de entretenimiento que puede disfrutar toda la familia. Además, es el sustento de muchas personas, para quienes no solo representa una fuente de ingresos, sino una forma de vida.

“Actualmente combatimos contra la tecnología. A veces la gente prefiere ver videos de espectáculos en internet, pero no es la misma experiencia que disfrutar de un show en vivo, poder comer un canguil, un algodón de azúcar y vivir las emociones”, señala Palma.

Jimmy Miñaca, otro emprendedor cirquero, considera que también es importante que los municipios contemplen más espacios para la instalación de circos, así como establecer costos más módicos para la obtención de permisos y reducir las trabas burocráticas.

“De un circo dependen directamente -según el tamaño- unas 50 o más personas. También el Gobierno podría declarar al circo como patrimonio cultural, para que exista una mayor oportunidad de trabajar y no dejar que este arte muera”, afirma. 

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