A los 33 años, Orlando Valencia Caicedo perdió la batalla contra el cáncer. Su historia, marcada por la lucha, el amor y la desidia, terminó en una cama de Solca, donde hoy falleció, confirmaron sus familiares a Diario EXTRA.

El drama de Orlando se conoció semanas atrás, cuando su esposa, Damiana Aguirre Quiñónez, denunció a este Diario presuntas irregularidades en el hospital Teodoro Maldonado Carbo, del IESS.

Según relató, allí le habrían asegurado que su esposo fue sometido a una gastrectomía, una cirugía para reducir el estómago y atacar la zona afectada por el cáncer.

Pero cuando su estado empeoró, Damiana logró internarlo en Solca gracias a préstamos y la solidaridad de familiares y amigos. Lo que allí descubrió fue devastador.

“Nos dijeron que el estómago lo tenía igual, o sea que no lo habían operado como dijeron. Lo abrieron y lo cerraron”, contó entre lágrimas.

El maltrato en el hospital Teodoro Maldonado

Desde entonces, la mujer inició un peregrinaje para conseguir la derivación oficial al centro oncológico.

“Fui varias veces al Teodoro, me hacían esperar horas. Un médico me dijo que debía esperar que muera, porque tenía cáncer terminal. Que si tenía dinero, lo lleve por mi cuenta a Solca”, recordó.

Aun en medio del dolor, la pareja decidió sellar su amor. El martes 14 de octubre, Orlando y Damiana se casaron por lo civil, cumpliendo su último deseo. Ese mismo día, el IESS la llamó.

“¡Oh, sorpresa! Justo el día de nuestro matrimonio me llamaron del Teodoro para decirme que ya tenían la derivación... tres días después de que saliera nuestra historia en EXTRA”, lamentó.

Orlando fue internado de emergencia el miércoles 15, pero ya era tarde. Según su esposa, el diagnóstico inicial estuvo equivocado: “El cáncer no estaba en el estómago, sino en el esófago. Nos hicieron perder tiempo valioso, nunca recibió medicamentos ni una guía alimenticia”.

Orlando dejó a dos hijas pequeñas: una de ocho años y otra de apenas tres meses. Su historia es la de muchos que, atrapados en la burocracia del sistema, mueren esperando una atención digna.

Sus retos son velados en su domicilio, en la calles 20 y Francisco Segura. Este martes 21 de octubre será su sepelio por la puerta 5 del Cementerio General de Guayaquil.

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