Antes era solo un condominio más en Sauces 9. Actualmente, en cambio, las miradas se detienen, los pasos se hacen más lentos y el silencio parece tener eco. Desde el 17 de octubre, cuando la Policía encontró el cuerpo de Martha Cecilia Solís Cruz dentro de una lavadora, ese rincón del norte de Guayaquil dejó de ser común: ahora atrae curiosos, cámaras y susurros.

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Doce días antes, la mujer había sido vista con vida por última vez. Desde entonces. Andreina, su hija, fue señalada como la principal sospechosa del crimen. Desde su captura, el departamento quedó vacío, pero el lugar no cayó en el olvido.

Visitantes afirman que el ambiente se siente pesado en la zona

“Este es el condominio”, dice Christian Santos, más conocido como Baly el Caminante, mientras enfoca el edificio en una transmisión en vivo. “Loco, se me despelucó el cuerpo”, agrega, mostrando su brazo erizado. Minutos después, un sonido extraño interrumpe su relato. “Escuchen, escuchen”, susurra, mientras la cámara tiembla ligeramente.

Baly es un explorador urbano que recorre sitios abandonados o marcados por tragedias. Su visita al condominio de Martha no pasó desapercibida. Su video, como tantos otros similares, se viralizó.

En redes sociales basta escribir el nombre del caso para encontrar grabaciones, selfies y comentarios de quienes aseguran haber experimentado algo “raro” al pasar por la zona.

Vecinos no temen a ninguna presencia en aquel condominio

Una vecina del sector, que prefiere mantener el anonimato comenta que “han llegado varios jóvenes a tomarse fotos y videos. De hecho, hoy mismo vino un grupo de cinco personas. Se nota el morbo. Nosotros pasamos diario por allí y nada, solo se siente tristeza. Eso de los fantasmas es cosa de la gente que inventa”.

Otra residente recuerda un detalle escalofriante de los días previos a la captura de Andreina: “La chica que cometió el crimen vino a preguntar a varios vecinos si habíamos visto a su mamá. Imagínese… sabiendo lo que había hecho. Pero miedo a los espíritus, no. Yo estoy con Dios, y eso protege”.

Un grupo de jóvenes que caminaba por la zona no escondía su incomodidad: “La verdad sí se siente pesado el ambiente, pero debe ser por todo lo que se ha dicho”, confesó uno de ellos. “Es cosa seria lo que pasó, es ‘lámpara’”, añadió su amigo, sorprendido al saber que la casa de su amiga quedaba a pocos metros del lugar del crimen.

El residente que los acompañaba explicó algo más inquietante: “Mi tía dice que desde eso, han pasado cosas raras. Por ejemplo, hace poco atropellaron por accidente a un señor frente al mercado, y ella cree que todo está relacionado. Hace años no ocurría algo así por aquí”.

La psiquiatra Julieta Sagnay, a través de su cuenta de X, compartió uno de los videos grabados por curiosos y reflexionó: “La psicosis o histeria colectiva ocurre cuando un hecho violento o impactante genera miedo, paranoia o conductas irracionales en una comunidad. Cuanto más cruel y mediático, más contagioso el miedo y la angustia que se propaga socialmente”.

“Pueden provocar lo que temen”

Para Ronald Chávez, investigador de fenómenos paranormales, lo que hoy ocurre en el condominio donde fue hallada Martha Solís Cruz puede tener una explicación más allá de lo visible.

“Desde una perspectiva parapsicológica, existe la posibilidad de que los lugares retengan la energía o la memoria emocional de los eventos que allí suceden. A eso lo llamamos impregnación energética: cuando emociones intensas —ya sean de miedo, dolor o ira— quedan impresas en el entorno físico”, explica.

Chávez sostiene que algo similar ocurre con la psicometría, fenómeno que describe la capacidad de ciertas personas para percibir información emocional o espiritual de un objeto o espacio solo con tocarlo. “En sitios marcados por tragedias, estas huellas energéticas pueden percibirse de forma inconsciente, generando sensaciones de pesadez, escalofríos o tristeza sin causa aparente”, agrega.

El especialista cree que la atención mediática y la constante visita de curiosos también amplifican estas percepciones: “El miedo, el morbo y la curiosidad colectiva crean un campo emocional compartido. Cuando muchas personas llegan con la expectativa de ‘sentir algo’, su mente y su cuerpo reaccionan con mayor sensibilidad. No siempre se trata de fantasmas; muchas veces es la empatía, el horror psicológico o el dolor social manifestándose en forma física”.

Según Chávez, el impacto del crimen —una hija contra su madre— deja una “tensión emocional anómala” en el ambiente, lo que explica la sensación de incomodidad que refieren algunos vecinos. 

“Un hecho así rompe los lazos más sagrados del ser humano. La comunidad no solo siente miedo, sino también una profunda tristeza. Esa mezcla de repulsión y compasión se proyecta en el entorno y genera la percepción de que el lugar está ‘cargado’”.

El investigador añade una advertencia: con el paso del tiempo podrían surgir más reportes de manifestaciones, como fotografías con sombras o movimientos inexplicables.

“Cuando un alma no alcanza la paz requerida, su energía puede permanecer en el sitio e incluso afectar emocionalmente a quienes lo habitan. Por eso recomiendo realizar una armonización y limpieza energética en el condominio, no solo por respeto a la víctima, sino también por el bienestar de las demás familias que viven allí”, concluye.

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