Aunque parezca increíble, en pleno 2025 todavía hay personas que, sabiendo los riesgos de no protegerse, prefieren no comprar condones. ¿La razón? La vergüenza. Esa sensación incómoda que aparece justo cuando te acercas al mostrador de la farmacia y ves que el cajero es joven, conocido, o peor aún… ¡vive por tu barrio!

(Lea también: Usar condón no es tan simple como parece: Guía completa de tipos y errores)

Según la coach en sexualidad Marianela Morales, esto pasa más seguido de lo que uno piensa. “Muchos en nuestro país se sienten incómodas al comprar condones, aunque saben que hay riesgos como embarazos no deseados o enfermedades de transmisión sexual. A veces es más fuerte enfrentarse a la mirada del cajero que la idea de una consecuencia real”, explica.

Y no es un tema menor. De acuerdo con el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA), el 40% de los embarazos en América Latina no son planificados, y muchos podrían evitarse simplemente usando condón.

Aunque estamos en tiempos más abiertos, todavía existen ideas anticuadas sobre quién debe comprar el preservativo. “Por lo general, se espera que sean los hombres quienes los compren, y cuando una mujer lo hace, la juzgan de promiscua o la ven mal”, dice Morales.

Sin embargo, también reconoce que muchas mujeres ya se están empoderando y lo hacen “sin miedo ni culpa”. Aun así, no todos tienen las mismas oportunidades para empoderarse, aunque, según ella, “vamos por buen camino”.

Es por evitar pasar este bochorno que muchos prefieren usar aplicaciones de entrega a domicilio. “La verdad es que sí ha sido una salvación para quienes tienen esta vergüenza. Esto ha ayudado a prevenir embarazos o enfermedades, pero si lo vemos del otro lado… si una persona solamente compra esto por aplicaciones, este miedo nunca se va a ir”, advierte.

La 'pena' que representa comprar condones

La sexóloga Ana Karina Ramón también cree que los tabúes siguen presentes, aunque reconoce que ahora “hay más apertura al tema”. Sin embargo, dice que el problema no es el preservativo en sí, sino lo que representa.

“Se podría decir que en muchos casos el miedo no es el condón en sí, sino el miedo a comprarlo, porque eso es un indicativo de que tendrás relaciones sexuales”, señala. Especialmente en el caso de jóvenes, que muchas veces son juzgados por “apresurados”.

Además, Ramón explica que “la crianza y la educación sexual son factores importantísimos. Hay que recordar que nuestra primera escuela es nuestro hogar. Si vengo de un hogar en el cual hablar de sexo es un tema prohibido o prejuicioso, pues obviamente voy a tener vergüenza al adquirir un preservativo”.

Es común conocer a quienes van a la farmacia y compran champú, chicles, talco, y, ‘en voz baja’, meten un paquete de condones al fondo. “Esto es real, y tiene que ver con evitar ser juzgado. Pero creo que esto va más allá de comprar un preservativo, sino de cuál es el objetivo. A veces solo juzgamos, pero no admiramos el hecho de que esa compra es por cuidar la salud”, dice la sexóloga.

¿Cómo perder la vergüenza de comprar condones?

1. Este primer paso es ideal para quienes sienten mucha ansiedad solo con la idea de pararse frente al estante de los preservativos. No se trata de comprar aún, sino de familiarizarte con el lugar a través de la observación de los preservativos.
2. Una vez que hayas ido un par de veces solo a mirar, el siguiente paso es acercarte al área de anticonceptivos, tomar un par de cajitas, leer lo que dicen, ver las opciones (texturizados, ultra delgados, con sabores, etc.), y luego volver a dejarlos.
3. Practica cómo pedirlo frente al espejo o con un amigo de confianza. Sí, puede sonar raro, pero ayuda muchísimo. Ensayar frases como “¿Tienen condones?” o “¿Dónde están los preservativos?” te va dando seguridad y naturalidad. La clave es perderle el miedo a la palabra y al momento.

¿Quieres acceder a todo el contenido de calidad sin límites? ¡SUSCRÍBETE AQUÍ!