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"La 18": La exposición gráfica que dignifica el trabajo sexual en Guayaquil
Durante dos años, Pedro Freire, fotógrafo documental, hizo amistad con las trabajadoras sexuales para retratar su día a día y darle valor a su trabajo
Una mujer con grandes pechos apenas cubiertos por un terno de redecilla de color negro se mantiene inmóvil dentro de un cuadro. Sus senos son firmes y parecen parte de una pintura del español Pablo Picasso por la exuberancia de ellos; la protagonista, en contraste, se tapa el rostro para ocultar su identidad. Fue un momento capturado por una cámara fotográfica.
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Otra instantánea expone solo un tatuaje de mariposa de colores violetas y azules un tanto gastado y con vellos en crecimiento: una mujer usó de lienzo la piel de su monte de Venus, la zona más cercana a sus partes íntimas. De ella ni siquiera se alcanzó a ver un pelo, el foco de la cámara siempre estuvo en la marca hecha por la tinta.
¿De qué se tratan estas fotos?
Las gráficas son explícitas y, de hecho, sorprenden a primera vista, pues en su mayoría contienen desnudos de mujeres que se dedican al servicio sexual en la popular zona de tolerancia La 18 y en dos night clubs reconocidos en Guayaquil. Pedro Freire, fotógrafo documental, fue el encargado de retratarlas en su “ambiente”; es decir, en las habitaciones que ocupaban, con los trajes que usaban -o sin ellos- y hasta comiendo mientras soltaban una sonrisa.
Pedro cuenta a EXTRA que la exposición de estas fotografías formó parte de su obra llamada ‘La 18’, realizada no con el fin de promover el morbo, sino de dignificar el trabajo que las sexoservidoras ejercen y reconocer las condiciones bajo las que laboran. “No busca la sexualización de ellas, sino mostrar su entorno. En las fotos hay un toque de arte; tienen composición y estructura”, asegura Pedro.

Su trabajo, expuesto en las paredes blancas de la galería La Estuaria, en Eloy Alfaro y Colombia, centro-sur de la urbe, fue una recopilación del trabajo realizado entre 2013 y 2015, dos años en los que el profesional visitó con regularidad La 18, en el suroeste de la ciudad, y tuvo que escabullirse para evitar insultos, vetos y hasta golpes por intentar establecer confianza con las trabajadoras sexuales.
Así hacía Pedro para tomar las fotos en el barrio de tolerancia
“Yo llegaba con una maleta y allí guardaba mi cámara, flash o lo que necesitara. Primero, me tomaba un par de cervezas y lo que hacía era observar cuál era la que había tenido menos clientes durante ese rato porque, probablemente, aceptaría el dinero sin tener contacto sexual”, cuenta.
Al ingresar a la habitación les planteaba lo que pretendía hacer. Sin embargo, era decisión de ellas si accedían a posar para él. “Les explicaba que no iba enfocado a nada malo, sino a sus condiciones de trabajo. Por ejemplo, en esta foto se la ve a ella comiendo fritada. ¿Sí se ve cómo estaban las paredes y el colchón? Estaba dañado y no era ni grueso”.
Su motivación inició cuando, por su trabajo, tuvo que cubrir el dolor de las trabajadoras sexuales ante el asesinato de una de ellas. Menciona que llegó a la ciudadela Chemisse, donde se ubicaba la morgue, y no las vio con trajes llamativos, sino llorando por su amiga. “Hasta que se cristalizó el proyecto pude hacer contactos allí y así fue como logré”, insiste.
Por otro lado, Pedro dice que repetiría su documental, ya que fue un trabajo “enriquecedor”. “Conocí a muchas personas con las que pude establecer un lazo de amistad porque ellas no dejan de ser mujeres, madres de familia y personas que merecen respeto. Allí me di cuenta de que no me gusta que les digan ‘putas’”, argumenta.
Exposición
Su exposición, que estuvo abierta al público entre el 15 y 22 de noviembre, podría llegar a Cuenca; sin embargo, él está consciente de que su público cambia y debe escoger otras fotos de las 40 que resultaron de ese trabajo.
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