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Los fetiches de los ecuatorianos en plataforma de adultos: hasta $ 1.000 por ellos
Suscriptores de la 'página azul' pagan por fantasías que rozan lo prohibido. Papi Honey y Sheska Luzur lo revelan a EXTRA. ¿Calzones viejos?
“Me pidió que tuviera relaciones con una mujer dormida”, recuerda Papi Honey, creador de contenido para adultos. Mil dólares ofrecía un suscriptor por cruzar un límite que él no estaba dispuesto a tocar. Historias como esta son comunes detrás de la pantalla de las plataformas de suscripción en línea: fetiches insólitos, solicitudes extravagantes y pedidos que desafían la imaginación.
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OnlyFans, la sexta página de contenido para adultos más visitada en Ecuador, recibió en agosto de 2025 un millón de visitas desde el país. El escenario principal de este nuevo mercado del deseo es el quinto sitio de contenido para adultos más visitado del mundo, según el portal Semrush, y el número trece en la preferencia de los ecuatorianos.
Papi Honey es un joven de abdomen firme, cintura delgada y sonrisa de estudio. En sus fotografías posa recostado sobre la arena, el cuerpo brillante por el reflejo del mar, con una mirada que sabe cómo capturar la cámara. Su presencia transmite seguridad, aunque no siempre fue así.
Hace diez meses abrió su cuenta en OnlyFans y actualmente mantiene quince suscriptores fieles, tres de ellos obsesionados con fetiches. “Me han pedido fotos de mis pies, que me bañe con miel, o que diga que les voy a golpear la cabeza. Eso los excita”, dice entre risa y desconcierto. Todavía se sorprende de hasta dónde puede llegar la imaginación ajena.

Al principio dudaba en subir sus fotos, pero otros le aseguraron que tenía cuerpo y actitud para hacerlo. “Cuando tenía relaciones, a veces me grababa, así ya tenía contenido. Después, alguien que maneja cuentas profesionalmente me contactó y empezó a subir clips cortos en X con el enlace a mi perfil. Poco a poco la gente se fue suscribiendo”.
No todos los pedidos eran cómodos. “Me pidieron un encuentro distinto, un trío. El tipo me dijo ella sí quería, pero que la mujer estaría dormida. Les dije que no. Me gusta que todo sea consensuado y no me dio confianza”.
OnlyFans no permite trabajo sexual en la plataforma, pero los límites se difuminan: los suscriptores pueden escribir en privado, pedir contactos y negociar encuentros. La pantalla es apenas la primera frontera; del otro lado, el deseo tiene su propia lógica… y casi siempre, su propio precio.
Sheska Luzur: otra realidad en OnlyFans
Cuando Sheska Luzur se pone una peluca rosada y orejas de gato, se transforma en un personaje de anime. En lencería, con mirada firme, ha encontrado una manera de costear su carrera universitaria.
Sheska estudió Enfermería y ahora cursa una maestría en Nutrición Clínica. Entre clases y turnos, sube fotos y videos a OnlyFans. “He podido ayudarme muchísimo. Sin vender mi cuerpo ni salir con nadie, he vendido contenido para adultos. Pretendo seguir haciéndolo”, le comenta a EXTRA.
De cabello negro, ojos intensos y figura pensada para la cámara, comenzó en X con memes y autorretratos. “Había gente que me seguía por mi belleza y querían ver algo más; me decían que estaban dispuestos a pagar”.
Pronto descubrió que todo eso podía generar ingresos: suscriptores dispuestos a pagar por más. Comenzó con fotos en bikini y lencería. En un solo día alcanzó 500 suscriptores. Durante la pandemia, su proyecto se convirtió en un salvavidas económico.
“Como me encanta el anime, me disfrazaba de Sakura Card Captors y de Chun-Li, y la gente pagaba. Luego empezaron a pedirme videos y contenido más fuerte. Yo fui rompiendo el tabú, porque para mí esto es virtual, y los fans siempre te escriben desde el anonimato”, relata.
Los pedidos más frecuentes incluyen disfraces de gatita, fotos de pies o arneses. Otros cruzan límites: “Hay quienes me piden que me queme con velas o amarrarme. Diría que el 99 % son fetichistas, quieren verte de otra manera”. Recuerda un hombre que le pagó 200 dólares por unas pantimedias que usó durante tres días y unos tacones negros. “Me pidió que no me bañe”.

Desde entonces, nunca ha facturado menos de 500 dólares al mes, y en pandemia llegó a ganar 5 mil. Ahora cuenta con 20 mil seguidores en Instagram y 600 en OnlyFans, sin pagar publicidad.
Entre batas médicas y disfraces de anime, Sheska vive en dos mundos: el de la profesional de la salud y el de la mujer que vende fantasías. Ambos exigen cuidado, constancia y resistencia.
Filtración de contenidos y suscripciones
“Los meses de suscripción más altos eran aquellos en los que se filtraba contenido”, rememora Daniela, productora de contenido de una conocida cuenta para adultos en Ecuador, quien prefiere mantener la reserva de su nombre.
Los migrantes solitarios solían dejar propinas a cambio de atención: que alguien los escuchara y les permitiera hablar de su rutina, de sus problemas laborales. Ellos eran los principales usuarios de esta cuenta de OnlyFans.
Las fantasías y fetiches también formaban parte del menú diario de solicitudes. “Pedían comprar ropa interior y zapatos usados, o querían videos sencillos de la modelo diciendo su nombre, como una forma de sentir que realmente hablaban con ella. Otros pedían que se les calificara el tamaño de su pene o solicitaban permiso para enviar videos de ellos masturbándose”, revela Daniela.
El fetiche como lo inalcanzable
Para el psicoanalista Carlos Silva, el fetiche, más que una perversión, está del lado de lo que no se puede poseer. “Está en la fantasía, en la imaginación. Por ejemplo, que cobre vida un personaje de anime. Hemos tecnificado nuestra subjetividad: todo lo pensamos en función de aplicaciones, suscripciones y contenido prémium”, reflexiona.
Silva advierte que algunas fantasías pueden pasar de la imaginación a la perversión. “Pagarle a alguien para que tenga relaciones con otra persona dormida va del lado de la perversión, entendida como una especie de psicopatía: cosas que, socialmente, sabes que por la ley y la moral no puedes hacer”, analiza.
La digitalización de las relaciones sociales ha destapado rasgos perversos de la condición humana, dice Silva, y cita una frase de la filosofía política de Thomas Hobbes: “El lobo es el lobo del hombre”. Es decir, “nos vale madre el otro”.
Para él, esto se hace evidente no solo en solicitudes extremas, como pedir tener relaciones con una persona dormida, sino también en los comentarios burlones que circulan en redes sociales como Facebook, Instagram y TikTok tras la difusión de contenidos en los que una persona es víctima de un asalto o incluso fallece
Relación laboral liberalizada
Para Rubén Aroca, doctor en Sociología, OnlyFans “es producto de la liberalización de las tecnologías web, que comenzaron en los años noventa con empresas como Dell, Microsoft o Google. En la primera década del siglo XXI, estas plataformas permitieron que personas generaran contenido, primero sin pago y luego con costos, configurando una relación laboral”.
El experto añade que “esta relación laboral es liberalizada: no se rige por las leyes locales, sino por la legislación del país de origen, generalmente Estados Unidos, en un mercado de trabajo altamente flexibilizado”.
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