Este 20 de noviembre se recuerda el Día Mundial del Cáncer de Páncreas, una enfermedad que avanza sin hacer ruido y que, cuando muestra sus primeras señales, suele ser demasiado tarde, según especialistas consultados.

El páncreas, ese órgano escondido detrás de la parte baja del estómago, es clave para la digestión y el control de la glucosa. Pero cuando enferma, pocas veces avisa. Mayo Clinic, la American Cancer Society y Cleveland Clinic coinciden: su gran peligro es la ausencia de síntomas claros en las etapas iniciales.

Los médicos explican que la mayoría de casos corresponden al adenocarcinoma ductal, que se origina en los conductos encargados de llevar las enzimas digestivas fuera del páncreas. Este órgano mide unos 15 centímetros de largo y menos de 5 de ancho, dividido en cabeza, cuerpo y cola, cada uno con su propia “zona” dentro del abdomen.

Síntomas que llegan tarde

Ictericia, orina oscura, heces claras, dolor abdominal o de espalda, pérdida de peso, fatiga, náuseas y falta de apetito son señales que suelen aparecer cuando el cáncer ya se regó a otros órganos. A veces surge una diabetes reciente sin explicación. En otros casos, pueden presentarse coágulos o picazón en la piel.

Los tumores neuroendocrinos pancreáticos, menos comunes, pueden causar diarrea y anemia.

Según Cleveland Clinic, hay pacientes que cuentan haber tenido molestias un año antes de ser diagnosticados: dolores de espalda o estómago que empeoran al acostarse o después de comer. Nada muy evidente… pero sí persistente.

¿Por qué se detecta tarde?

Porque “no avisa”. Así lo resume el doctor Pablo Capitanich, jefe del Servicio de Cirugía de Vías Biliares y Páncreas del Hospital Alemán. La enfermedad no presenta señales tempranas claras y tampoco existen pruebas de cribado efectivas, lo que convierte al cáncer de páncreas en uno de los más difíciles de detectar a tiempo.

Tratamientos: pocos llegan a la cirugía

Capitanich explica que la única opción curativa es una combinación de cirugía más quimioterapia sistémica. Pero aquí está el problema: solo entre el 20% y 30% de los pacientes son diagnosticados cuando aún es posible operar.

Cleveland Clinic confirma que la extirpación completa del tumor es la ruta más realista hacia la curación y solo se recomienda cuando se pueden retirar todas las células cancerosas.

Las cirugías más frecuentes son:

• Procedimiento de Whipple
• Pancreatectomía distal
• Pancreatectomía total
• La elección depende de cuánto y dónde ha crecido el tumor.

Cuando ya no se puede operar, entran en juego la quimioterapia, la radioterapia y tratamientos más modernos, como terapias dirigidas e inmunoterapia. Los avances genómicos y las pruebas genéticas están abriendo puertas, aunque su acceso no es igual en todos los países.

Factores de riesgo: el principal es evitable

Tanto Capitanich como Cleveland Clinic señalan al tabaquismo como el factor de riesgo más fuerte… y también el más evitable.

Otros riesgos:

• Obesidad y sedentarismo
• Diabetes de larga evolución
• Pancreatitis crónica
• Consumo excesivo de alcohol
• Mutaciones hereditarias (BRCA1, BRCA2, PALB2, síndrome de Lynch)
• Exposición a pesticidas y petroquímicos
• La parte positiva, dicen los especialistas, es que muchos de estos factores se pueden modificar.

Prevenir sí es posible

Dejar de fumar, controlar el alcohol, reducir los alimentos procesados, mantenerse en un peso saludable, hacer actividad física y controlar la diabetes son medidas clave.

Para quienes tienen antecedentes familiares, se recomiendan pruebas genéticas y estudios de imágenes regulares.

Todos los expertos coinciden: cambios de estilo de vida y chequeos a tiempo pueden marcar la diferencia frente a un cáncer que no perdona cuando llega tarde.

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