Un nombre que debería estar fuera del mapa criminal volvió a aparecer en los análisis de inteligencia sobre Los Lobos. Se trata de Julio Eduardo Sánchez Salavarría, alias Sianca, quien figura como fallecido en documentos oficiales del Registro Civil del Ecuador desde 2023, pero su presencia reaparece ahora porque, según testimonios judiciales y fuentes de seguridad, su papel en la organización habría seguido activo más allá de lo que indica la partida de defunción.

La mención resurge mientras se evalúa quiénes podrían ocupar espacios de decisión dentro del grupo criminal tras sus recientes reacomodos y la captura de su líder principal, Wilmer Geovanny Chavarría Barré, alias Pipo, en Málaga, España, el domingo 16 de noviembre de 2025.

Alias Sianca, ubicado en Guayaquil

El testimonio anticipado de Marcelo Lasso, en la investigación del caso Magnicidio FV, en el que se indaga la autoría intelectual del asesinato de Fernando Villavicencio (9 de agosto de 2024), lo coloca vivo, moviéndose en el barrio Garay de Guayaquil, una zona prácticamente céntrica y popular donde, según su versión, Sianca continuaría operando. Y no como una figura marginal, sino como el destinatario del millón de dólares que financió el crimen del candidato presidencial, fondos que habría repartido entre Los Lobos y el grupo colombiano conocido como Frente Oliver Sinisterra (FOS).

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Ese testimonio, rendido el 31 de octubre de este 2025, coincidió con otro hecho que los expedientes no dejan pasar: un año después de la supuesta muerte, en octubre de 2024, su defensa seguía gestionando la extinción de la pena. En un escrito firmado por la abogada Yesenia Velasco, se le pide al juez que oficie al Registro Civil para certificar el fallecimiento y cerrar el proceso penal.

En enero de 2025 hubo respuesta a ese escrito. La providencia judicial determinó que la petición debía ser presentada ante la jueza competente de Guayaquil, indicó que la competencia del tribunal había cerrado y dispuso remitir el expediente a archivo. El oficio no resolvió nada en el fondo: ni certificó la muerte, ni extinguió la pena. Hasta el cierre de esta nota periodística, no existía resolución pública que declare extinguida la pena de alias Sianca. Su situación judicial continuaba formalmente abierta.

Se mueven piezas en Los Lobos

Mientras el nombre de Sianca reaparece en informes y conversaciones internas, Los Lobos atraviesan su mayor reacomodo en años. La caída de su líder obligó a mirar al interior de la organización y a sus cuadros de poder. Según el ministro del Interior, John Reimberg, ninguna acción relevante dentro de Los Lobos se ejecutaba sin la aprobación de alias Pipo, a quien describió como el “único dueño y financista” de la organización, con control sobre rutas en Ecuador, Colombia, España, Países Bajos y otras naciones europeas.

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El funcionario afirmó que Pipo sería responsable de más de 400 muertes en Ecuador y que mantenía conexiones operativas con el cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), una de las organizaciones criminales más poderosas del hemisferio. Su captura permitió incluso activar operativos policiales en España contra miembros vinculados a esa red.

Ya lo ‘revivieron’ a alias Pipo

El ministro reveló un hecho peculiar: para evitar que quedara libre tras su detención en Málaga, Ecuador debió ‘revivirlo’ en el Registro Civil, pues en el país también constaba como fallecido mediante documentos falsos, supuestamente por covid. Solo así pudieron reabrirse expedientes penales y activar una difusión roja de Interpol.

Estructura criminal

El abogado mexicano Ramón Celaya, experto en inteligencia y seguridad, explica que la detención de un líder de alto nivel no destruye una organización criminal de este calibre. Por el contrario, suele producir fragmentaciones, disputas de territorios y posteriormente reorganización, como ha ocurrido en México y en Colombia.

Celaya sostiene que las alianzas entre Los Lobos y el CJNG no se rompen por la caída de un cabecilla. Funcionan como corporaciones criminales: si cae el director, otro toma su lugar y la estructura continúa.

Kléber Carrión, exoficial de inteligencia ecuatoriano, advierte que la captura de Pipo no generará un cambio estructural dentro de Los Lobos. Advierte que las cárceles siguen en manos de capos y que el Estado no ha logrado inhibir la comunicación interna, lo que mantiene vivas las líneas de mando.

Además, añade que el liderazgo dentro de la organización se sostiene a través del miedo y la violencia extrema, lo que ha impedido rupturas internas profundas pese a segmentaciones como las observadas en Machala, provincia de El Oro.

El analista Nelson Yépez, por su parte, recuerda que fingir la muerte es una práctica recurrente en el crimen organizado ecuatoriano. Él menciona los casos de Leandro Norero, quien simuló su deceso en Perú (finalmente fue asesinado en la cárcel de Latacunga en 2022) y el propio Pipo. El experto señala que la aparente vulnerabilidad del Registro Civil lo permitiría. Y recalca que la única prueba imposible de falsificar es la dactiloscópica (huellas dactilares).

Los cabecillas visibles de la organización criminal Los Lobos

En este escenario, las fuentes policiales hablan de varios cabecillas visibles en una posible disputa interna. Entre ellos está Carlos Edwin Angulo Lara, alias Invisible, condenado por el asesinato de Fernando Villavicencio y reconocido como líder de la facción Los Invisibles.

También figura Darío Gabriel Suárez Bedón, alias Chino Onda, quien era jefe de Vatos Locos en la cárcel de Latacunga y miembro de Los Lobos, mencionado en el caso Villavicencio por un testigo protegido como alguien que buscó intervenir o tuvo participación en la estructura vinculada al crimen.

Aparece además Ángel Esteban Aguilar Morales, alias Lobo Menor, identificado en reportes de inteligencia por su presencia en zonas de minería ilegal y rutas transnacionales hacia Colombia. Y se mantiene Luis Arboleda, alias Gordo Luis, un cabecilla histórico que ha pasado por detenciones, liberaciones y recapturas, actualmente preso.

La fuerza del CJNG y su conexión con Los Lobos

Ramón Celaya menciona un punto que suele pasar inadvertido en el debate ecuatoriano: la caída de un líder como Pipo no solo mueve a Los Lobos, sino también a las organizaciones criminales internacionales que los respaldan.

Celaya explica que el cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), con el que Los Lobos tienen conexión directa según autoridades ecuatorianas, es actualmente la estructura criminal más poderosa y menos golpeada de México, con presencia en Europa, Asia y gran parte de América Latina. Esa fuerza externa permitiría que Los Lobos mantengan unión incluso después de detenciones de alto impacto.

Celaya también destaca que cuando las bandas criminales disputan territorios, la violencia empieza entre ellas, pero cuando una se vuelve dominante, la población civil termina siendo la más afectada, especialmente quienes se niegan a pagar extorsiones o a colaborar.

Finalmente, subraya que la presencia del CJNG en Ecuador no depende de un solo hombre, sino de acuerdos operativos que continúan aun cuando caen sus socios locales. Esa dimensión transnacional, dice, es un factor que debe considerarse para entender el reacomodo actual de Los Lobos. 

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