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Opinión
Cartas al director
La invitada del día
El abandono de los viejos
Por Katia Murrieta
Con el tiempo aferrado a sus espaldas cual pesado lastre, caminan errantes sin tener dónde ir, o permanecen refundidas en el último cuarto de la casa, los viejos que otrora fueron el motor de su hogar.
El rostro arrugado por los años y las penas, la cabeza blanca, inclinado el cuerpo hacia adelante, balbuceando unas cuantas palabras, el paso lento, la mirada sin rumbo, la piel pegada a los huesos, o clavados en un catre, sin atención alguna y sin afecto, más bien maltratados, los ancianos ensartan los recuerdos de los años mozos, cuando dieron todo de sí a sus hijos y nietos, hasta que dejaron de producir; y ya con los bolsillos huequeados, pasaron a convertirse en los trastos indeseables de la casa.
Esta lamentable situación se traslada también a los hospitales, donde son abandonados por familiares o llevados por desconocidos que los hallan en las calles, aquejados de múltiples dolencias, por la falta de cuidados y de alimentación.
No se puede entender esta actitud, sobre todo de los hijos que recibieron de sus padres amor, ternura y educación con grandes sacrificios, malas noches y pesares. Al final de sus vidas, les pagan con los cuadros descritos.
Una campaña por la cual se cree una conciencia desde tempranas edades sobre la responsabilidad que debe asumir la familia con los viejos sería necesaria a fin de evitar estos crueles desenlaces.