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Opinión

Cartas al director

Ante la magna tragedia

Por la Dra. Katia Murrieta

Difícil es expresar el pesar que se siente ante el último desastre ocurrido en el país, que afecta más a  los que menos tienen.
Si bien es cierto que no podemos evitar las catástrofes naturales, no es menos verdad que se puede aminorar sus efectos tomando medidas preventivas o correctivas a tiempo. Las estructuras que no soportaron los movimientos telúricos fueron aquellas que no tenían la solidez suficiente para ello. Sabido es que vivimos sobre  un suelo de alto riesgo, por lo que las  regulaciones antisísmicas debieran ser de cumplimiento obligatorio para todos. Comprendemos que estas no se adopten cuando  las construcciones son mandadas a hacer por  gente de bajos recursos,  que  se atreve a hacerlas con la esperanza de que nada ocurrirá. Pero, que esto acontezca en la obra pública, o en edificaciones totalmente modernas, de alto costo para el adquirente, ni se comprende ni tiene perdón. Habría que revisar hasta dónde llega la responsabilidad civil de quienes las mandan a hacer y la de los que la ejecutan, a fin de establecer a quien corresponde el pago de daños y perjuicios, aunque la vida humana no se recupere ni se reduzca el sufrimiento.
Debiera hacerse un censo para determinar el estado de los edificios,  a fin de evitar mayores dramas, que podrían darse  si estos hechos naturales se repiten.
Nuestra solidaridad con todas las víctimas de esta magna tragedia.