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Opinión

Cartas al Director

¿Quién podrá defendernos?


No hay duda de que las cosas se ponen cada vez más difíciles. El terremoto nos dejó adoloridos, alicaídos, consternados ante la tragedia de manabitas y esmeraldeños que perdieron todo en 40 segundos. Si bien nos pusimos manos a la obra recolectando y entregando ayudas para los damnificados, estas han resultado insuficientes en muchas de las localidades, como las ubicadas a lo largo del río Sucio, en Esmeraldas- donde todavía nadie ha llegado para aliviar sus almas hambrientas. Y lloran y se desesperan -si los dejan- porque hace días que no comen, porque ven sus hogares hechos añicos, sin tener certezas de que esos mismos escombros en los que se sientan a ver pasar la vida servirán para volver a levantar sus techos. ¿Cómo no desesperarse al ver a los niños desolados y famélicos? Tampoco han tenido noticias sobre lo que les deparará el futuro, solo pura amenaza y  politiquería. Mientras tanto, deben conformarse con lo poco que hay y que tendrá que alcanzar para todos durante quién sabe cuánto tiempo. He visto tantas casas en ruinas y me pregunto: ¿quién pagará las facturas del desastre que dejaron la desidia y el quemeimportismo de aquellos que edificaron estructuras sin las más mínimas normas de seguridad? ¿Todos? A este triste panorama se suma la severa crisis económica que asfixia al ciudadano común desde finales del año pasado. Basta con salir a la calle para constatar con dolor que los negocios están vacíos -o quebrados- y que la plata no alcanza para tantos útiles escolares que piden en los centros de enseñanza de la Costa ecuatoriana, a las puertas de iniciar un nuevo año lectivo. Si nuestra voluntad es de hierro, habrá que reforzarla para soportar una larga temporada de vacas flacas. ¿Quién podrá defendernos?