Opinión
Cartas al Director
Nada es eterno en esta vida
Queridas hijas y mi adorada hija de mi hija, al acercarse la fecha del Día del Padre quiero enviarles la siguiente carta:
Existen leyes naturales que son palabras antónimas y que también demuestran la dialéctica de la lucha de los contrarios, es decir, son inevitables, que tiene lamentablemente que ocurrir, por ejemplo: “Todo lo que nace, tiene que morir”; “todo lo que comienza, termina”; “todo lo que baja, sube”.
Prefiero que compartan conmigo unos minutos y no una noche entera cuando muera. Que estrechen mi mano ahora y no que apoyen sus cuerpos sobre el mío, cuando no las sientan. Que hablen conmigo ahora y no cuando no pueda escucharlas. Que percibamos juntos la fragancia de las flores y no que me las envíen en mi cripta, en donde no puedo recibirlas con mis propias manos.
Podríamos escuchar una hermosa canción y no una triste serenata necrológica; que vistan con la ropa de moda y no que me acompañen en la última jornada vistiendo de negro. Que me escriban mensajes lindos en tarjetas postales, especialmente en el Día del Padre y no un epitafio sobre mi tumba. Quiero disfrutar de nuestros detalles, por más simples que sean y no poder estar en los grandes logros. Recibir un tierno beso en la frente o mejilla y no un beso mojado por causa de mi partida al más allá. Repítanme muchas veces “Te amo’’, “Te quiero padre’’, y no esperar estar bajo tierra para enterrarme. Quiero compartir con ustedes todos los bellos momentos que brinda la vida y no cuando esté fuera de este mundo.
Recuerden, queridas hijas, nada es eterno en este mundo. Aprovechemos la oportunidad de cada día, de expresarnos el inmenso cariño que nos une.
Lic. Ricardo Ordóñez Jaramillo