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Opinión
Cartas al director: Disimulando la crisis económica
No es ningún secreto que nuestra economía tiene “peros”, lo cual al país le quita el sueño.
Aclaremos que los encargados de la economía nacional gastaron o invirtieron más de lo que la prudencia aconseja. Y si a esto agregamos el terremoto del 16 de abril, la “joda” se incrementó y solo nos quedó “cranear” cómo neutralizar el mal momento. Y a esto quiero referirme.
En diversos sectores de Guayaquil y entiendo que en todo el país, las ventanas de las casas se han abierto, las puertas se han acomodado buscando la venta de platos de comida -de lo que sea- que tienen aceptación, y así ayudan a los emprendedores a sobrevivir.
“No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista” dice un dicho popular. Y eso lo estamos experimentando.
Por un lado, los negocios acusan una baja tremenda; pero por otro, surgen los llamados platos típicos, bien en locales populares o en establecimientos con “algo de pinta” ofertan en una disputa de olores y sabores. Y de esta competencia sale algo para el diario vivir, al tiempo que es un ejemplo para otros si se animan a montar locales con algún tipo de atractivo.
Hoy Ecuador está hermanado por las necesidades. Es una dura lección la que estamos recibiendo y por eso debemos tener presentes los errores para no reincidir en ellos.
No es ningún secreto que nuestra economía tiene “peros”, lo cual al país le quita el sueño.
Aclaremos que los encargados de la economía nacional gastaron o invirtieron más de lo que la prudencia aconseja. Y si a esto agregamos el terremoto del 16 de abril, la “joda” se incrementó y solo nos quedó “cranear” cómo neutralizar el mal momento. Y a esto quiero referirme.
En diversos sectores de Guayaquil y entiendo que en todo el país, las ventanas de las casas se han abierto, las puertas se han acomodado buscando la venta de platos de comida -de lo que sea- que tienen aceptación, y así ayudan a los emprendedores a sobrevivir.
“No hay mal que dure cien años ni cuerpo que lo resista” dice un dicho popular. Y eso lo estamos experimentando.
Por un lado, los negocios acusan una baja tremenda; pero por otro, surgen los llamados platos típicos, bien en locales populares o en establecimientos con “algo de pinta” ofertan en una disputa de olores y sabores. Y de esta competencia sale algo para el diario vivir, al tiempo que es un ejemplo para otros si se animan a montar locales con algún tipo de atractivo.
Hoy Ecuador está hermanado por las necesidades. Es una dura lección la que estamos recibiendo y por eso debemos tener presentes los errores para no reincidir en ellos.
Por Vicente Flores L.