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Opinión
La invitada del día: La venganza de los padres
Normalmente, cuando se da una separación o divorcio se arrastra a los hijos, que no tienen la culpa del problema, siendo más bien sus víctimas.
Hay fenómenos que no podemos entender. Normalmente, cuando se da una separación o divorcio se arrastra a los hijos, que no tienen la culpa del problema, siendo más bien sus víctimas.
Puede ocurrir que el hombre no quiera saber nada de ellos, menos de pasarles una pensión; o que, en el caso contrario, la madre, a cuyo cuidado quedan, se niegue a que los vea, o que este pretenda arrancarlos del seno de ella, nada más que, en los tres casos, por venganza, que se acrecienta cuando uno de los dos está con otra persona. Y este maligno sentimiento lleva a no pocas a demandar a los ex, pidiendo arraigo y prisión, cuando hay un retraso en el pago de dos o más pensiones alimenticias. No importa que pierdan su trabajo, lo que agravaría la situación.
Estos sujetos -hombre o mujer- no pueden llamarse padres. Cualquiera de estos escenarios son abominables, a menos que la prisión por alimentos se la pida por la renuencia a pasarlas.
Cuando alguien comete ciertos actos reñidos con las leyes y la moral, muchas veces no comprendemos el motivo. Miren su pasado. Ahí podría estar la razón.
Antes de procrear un hijo, mediten bien sobre sus consecuencias. Piensen que no son objetos permutables o repartibles, sino seres humanos, con derecho a gozar del amor y cuidado de ambos progenitores y no solo de uno de ellos; y que jamás deben ser rehenes de sus mutuas venganzas.