Columnas: ...¿A la carta o a la pobre?...

Hay cosas innatas como respirar, beber y comer. Sin aire, sin líquido, y sin alimento el cuerpo no puede sobrevivir. Se puede prescindir del amor sexual y allí están para probarlo los curas célibes, aunque algunos ejercerían “clandestinamente”...

En cuanto a la comida, estamos obligados a “darle gusto al diente”. Y la costumbre y tradición es servirnos diariamente el desayuno, el almuerzo y la cena. Aunque, como siempre, existen excepciones en todas las aventuras humanas, y también aparecen de vez en cuando ciertos fakires “ayunadores” que dizque se pasan varios días sin meterse ni un trozo de lechuga en la boca, engañando a los ingenuos.

Por supuesto, en un mundo dividido entre ricos y pobres, hay quienes comen más y mejor que otros. Y también sectores de la población que se alimentan con lo justo. Mientras el opulento come a la carta los platos más sofisticados y costosos, los proletarios tienen que contentarse con “lo que haiga”. Y, de tener suerte, recurren al clásico arroz con menestra, plato típico de esta ciudad.

Nuestros semejantes de ojos rasgados son más liberales y hasta extraños para su alimentación. Y se dice que en los países orientales acostumbran comer “todo lo que se mueve”. Esto es insectos, ratones, sapos, culebras y vaya usted a saber cuántas cosas más. Y como “ojos que no ven corazón que no siente”, es posible que en algún chifa chino alguna vez hayamos ingerido carne hasta de lagartija... (FCV)