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Opinión
Columnas: ¿Por qué y para qué vino?...
Una vez más quedó probada hasta la saciedad que el poder político es transitorio.
Una vez más quedó probada hasta la saciedad que el poder político es transitorio. Que los aplausos y las multitudes alrededor de líderes verdaderos o falsos duran menos que un relámpago.
Los políticos que así no piensan es porque padecen lo que la psiquiatría denomina el síndrome de Hubris, que no es otra cosa que el ensimismamiento, la vanidad, la fatuidad de quienes se creen dueños de la verdad, y que su paso por la vida no tiene final.
Esto es lo que acaba de sucederle a Rafael Correa. La gente sensata se pregunta: ¿Por qué y para qué regresó de sus vacaciones en Bélgica al Ecuador? Nadie se explica. No obstante, es indudable que él, para sus adentros, debe haberse dicho: “voy al Ecuador y en cuanto llego las multitudes se desbordarán a mi alrededor y pondré en su sitio a los traidores”. Mas llegó para constatar que todo no era más que pura idea suya y para cantar junto con el cantante argentino Emannuel aquella canción que lo hizo popular, que dice: “Todo se derrumbó dentro de mí...”. Con su presencia en el país quedó evidenciado que él no es más que un político al que le llegó el punto final de su quehacer en la vida nacional.
En la consulta del 4 de febrero a la que se opuso con “alma, vida y sombrero”, con toda seguridad ganará el sí para que no haya reelección indefinida, por lo cual desde el 5 de febrero del 2018 se quedaría a vivir en Bélgica para lamentar su desolación y su soledad...(BLC)