Opinión
Columnas: Ley de violencia contra la mujer
La violencia contra la mujer responde a patrones socioculturales fuertemente anclados en nuestra sociedad.
La violencia contra la mujer responde a patrones socioculturales fuertemente anclados en nuestra sociedad.
Durante largo tiempo, esta violencia fue invisible, era un asunto que se trataba en secreto, entre susurros. Por años, los femicidios y demás manifestaciones de violencia contra la mujer fueron llamados crímenes pasionales, violencia doméstica, problemas entre marido y mujer, un asunto de celos, un problema privado en el cual nadie se debía o podía meter. De hecho, antes de 1994 en el Ecuador era imposible que una mujer denunciara a su marido por golpearla, violarla sexualmente, o intentar asesinarla. Nuestra legislación era cómplice de este maltrato.
Tomó mucho esfuerzo y voluntad política de mujeres legisladoras como Anunziatta Valdez modificar leyes que amparaban, respaldaban y toleraban estas prácticas consuetudinarias de violencia contra las mujeres. Pero no ha sido suficiente.
Los vacíos normativos, la falta de procedimientos especializados y la ausencia de instituciones y políticas transversales para enfrentar la violencia de género nos está pasando hoy una factura de sangre y horror.
El día 18 de julio la Coalición Nacional de Mujeres del Ecuador entregó a las autoridades del país una amplia y completa propuesta de ley de violencia contra las mujeres que cuenta con el apoyo de 27.000 firmas.
Urge que esta iniciativa sea considerada y tramitada.