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Diario Extra Ecuador

Opinión

Columnas: Padres que inculcan el delito a sus niños

Indignó al país ver por TV a unos despreciables padres robando junto a una criatura de máximo 5 añitos, quien guarda y saca unas prendas fuera del local mientras sus maestros distraen a la dueña. Se supo gracias a una cámara oculta que no será el prim

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Indignó al país ver por TV a unos despreciables padres robando junto a una criatura de máximo 5 añitos, quien guarda y saca unas prendas fuera del local mientras sus maestros distraen a la dueña.

Se supo gracias a una cámara oculta que no será el primero ni el último.

Pero estos increíbles actos en contra de los menores, futuro de la patria, deben ser sancionados sin contemplaciones, como también sucede con el microtráfico realizado por menores bajo la dirección de los mal llamados progenitores, cuando su real nombre sería degeneradores, ya que la educación se inicia en el hogar desde las entrañas de la futura madre, con una variable actividad física que oxigenará al gestante y con sus primeras pataditas se empieza a aleccionar al hijo en su futuro comportamiento mediante pláticas cariñosas y canciones amorosas.

Alimentarlo con el calostro, la primera leche de la nueva madre será como vacuna protectora de posibles enfermedades. Estimularlo tempranamente acelera un desarrollo saludable, más aún creando ambientes favorables. Nada de malos ejemplos sin exponer a la criatura a tanta tecnología porque malogrará la comunicación directa que los hace felices.

El abuso a menores no debe prescribir, y las medidas sustitutivas al embarazo merecen cambios oportunos, ya que portar un brazalete electrónico para su ubicación no les impide seguir delinquiendo, peor si consume drogas.

Iniciemos una campaña nacional contra el abuso infantil; eliminen las dosis mínimas que todo consumidor puede portar.

Es mentira que las marihuana es medicinal; no hay vacunas contra la drogadicción. Castiguemos a los desnaturalizados padres que corrompen a sus hijos y que Dios los perdone por sus errores cometidos.

Por Fernando Renella Coll

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