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Diario Extra Ecuador

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La racionalidad y la prudencia a veces están más en el corazón que en la cabeza. Puede parecer extraña esta afirmación, porque la razón es propia de la mente. En algunos casos, por ejemplo, en la disposición y utilización de los recursos públicos, se requiere no solamente de cabeza fría, sino de un corazón comprometido.

La racionalidad administrativa para hacer uso adecuado de los recursos públicos exige de dirigentes que tengan el corazón puesto en los territorios, en su gente y en sus necesidades.

Para actuar con prudencia en el gasto público es preciso ponerse en el lugar de los demás, sentir el riesgo del despilfarro, que puede llevar a pueblos y comunidades hasta los extremos del hambre y la enfermedad.

Cuando un mandatario actúa con el corazón sincero puede hacer que funcione mejor su cabeza. La racionalidad administrativa y la correcta priorización del gasto público se convierten en herramientas de desarrollo para los pueblos guiados con corazón y cabeza fría.

Decisiones como las del alcalde de Quito, Jorge Yunda, tienen que servir como ejemplo para guiar a muchos líderes públicos sobre el enfoque de su gestión. Ahorros en uso de celulares o en gasolina son relevantes. Lo más importante de lo que hace es su enfoque en la efectividad y racionalidad del manejo presupuestal.

Su enfoque de austeridad bien merece escucharse. Quizás no siempre sean aplicables estas medidas para la gestión de los administradores; quizás se puedan tomar aún otras medidas que sean igualmente efectivas.

Ojalá todas las acciones de Yunda y de los demás mandatarios del país sigan este tipo de lógicas sin perder la efectividad en la administración pública.

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