Desde la Redacción: Una depuración urgente

Las cárceles del país han sido por muchos años la piedra en el zapato de los gobiernos que no encuentran los mecanismos para desmantelar definitivamente las redes de corrupción que tienen a sus pies a los reos y a sus familiares. Quien haya pisado un centro de privación de libertad alguna vez en su vida sabe que los visitantes no pueden ingresar con celulares, alimentos o cualquier objeto que represente un riesgo para la integridad de quienes están inmersos en este mundo, donde los derechos humanos son inexistentes. Pero resulta que hace unos días, las autoridades detuvieron a dos personas que pretendían ingresar en una ambulancia oficial víveres, litros de alcohol y más de una decena de teléfonos para el uso de quienes tienen el poder en la antigua Penitenciaría del Litoral. Y no es el único caso. El 2 de enero pasado se usó el mismo método para introducir armas de fuego y otras cosas prohibidas a la misma cárcel de Guayaquil con la posible complicidad de policías y de funcionarios del sistema carcelario, situación que ya no representa una novedad para la sociedad ecuatoriana. Como si esto no fuera suficiente, también se permitía la entrada de trabajadoras sexuales a las celdas, que cumplían los deseos de quienes tenían el dinero para pagar por sus servicios. ¿Será posible que suceda esto si a la gente común se les decomisa hasta los anillos? Es un hecho que el sistema penitenciario necesita una renovación total para acabar con la corrupción, el hacinamiento, el crimen organizado y el tráfico de drogas, pero más importante aún es depurar a los malos elementos burocráticos que se lucran de estos ilícitos.