Opinión
El dolor de los venezolanos
La exigencia del pasaporte a los venezolanos para ingresar al país nos recuerda la estampida ecuatoriana de los años 50, cuando Venezuela fue su destino, así como las de los 60 y 80 y la de fines de los 90. Los expulsados (2.500.000 en la última) viajaron sobre todo a los USA, España e Italia. Con su sacrificio se evitó una explosión social. Sus remesas fueron el segundo rubro de ingresos.
Para muchos, es injusto. Para otros, es conveniente. Para los expertos, es ilegal, inconstitucional y contrario a normas internacionales. Vistas las razones humanitarias, para quienes van en tránsito al sur, hasta que se halle una solución, debiera permitirse el paso solo con la cédula, y, Perú, que ha adoptado la misma exigencia, debiera hacer lo propio. Lo ideal sería que los países vecinos se reúnan y tomen acciones conjuntas para ayudarlos. Nadie arriesga su vida si no tiene un gran motivo. En el camino, sufren todo tipo de agravios, como robos y violaciones, la marcha les llaga los pies. Con hambre y pequeños en brazos, la huida de estas madres lacera el alma. Es un dolor y un riesgo demasiado grandes como para que, cuando, al fin, llegan donde se respira libertad, se les pida un pasaporte que no tienen.
Si podemos mitigar esta tragedia, así como otros mitigaron la nuestra, ¿por qué no tratar de ser nosotros un oasis y no un campo de concentración?...