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Opinión

Otro caso increíble de nuestra Cancillería

Ha provocado mucha extrañeza en el país conocerse que el ciudadano australiano Julián Assange, quien es huésped, como asilado, de la embajada del Ecuador en Londres desde hace un lustro, es un ciudadano ecuatoriano por nacionalización, habiéndose mostrado públicamente la cédula de identidad que le adjudicó el Registro Civil con el número 1729926483.

Lo más delicado de esta anómala situación es que el gobierno británico negó el pedido de status diplomático en favor de quien había sido reclamado por Suecia, que ya archivó su demanda, y por Estados Unidos, por interferir en la política durante las últimas elecciones presidenciales. Además, la imprudente intervención de Assange en el problema de Cataluña.

La Cancillería, a cuya titular se le inquirió sobre el caso de Assange, no ha dado una explicación que satisfaga la preocupación de los ecuatorianos.

Además, que se trata de otra actitud extraña del gobierno, siendo las anteriores la fallida designación de Alexis Mera como embajador en Washington, sin recibir el beneplácito de estilo, y la renuncia de Guillaume Long, como representante del país ante las Naciones Unidas, en términos ofensivos. No se conoció alguna enérgica respuesta.