El consumo de drogas en adolescentes y jóvenes es un grave problema del país. Los que registran el mayor número de adictos pertenecen a los sectores medios y bajos. Los de altos ingresos, por disponibilidad de recursos, pueden comenzar su tratamiento y rehabilitación en clínicas privadas y del exterior.

Pero esta no es la situación socioeconómica de quienes pertenecen a familias de los barrios populares y de clase media.

En estos hechos se refleja, con clara evidencia, la ausencia del Estado para atender y dar seguimiento al tratamiento de esos sectores. Por eso hoy predominan los centros de rehabilitación privados. Quienes pueden pagan la mensualidad que en ellos se cobra. Sin embargo, esas “clínicas privadas”, muchas veces improvisadas, son la mayoría de quienes ofertan locales para tratar la drogadicción.

Últimamente se han dado situaciones de agresiones físicas y psicológicas y hasta de muertes en ciertas “clínicas de rehabilitación”.

El fallecimiento de un joven, recién ingresado para tratar su problema de adicción, revela el poco control del Estado sobre esos centros. Por eso es preciso fortalecer la inspección en ellos y que se vigile con un mayor rigor el funcionamiento y el tipo de tratamiento que ofertan y se da allí.