Opinión
Diversiones y moralismos
En Guayaquil la zona rosa es un pálido reflejo: de más de 60 bares y discotecas quedan ahora solo 23. En Garzocentro de 18 sobreviven 8 y Urdesa murió para esta actividad, los que quedan subsisten a sobresaltos de clausuras, extorsiones y redadas cada vez que la autoridad de turno se da un baño de “moral y buenas costumbres”.
¿Es que la bullanguera y tropical cuidad-puerto de Guayaquil se hizo “franciscana”? No, es que no hay voluntad política para que el entretenimiento surja. Pese a que ahí se invierte y se da empleo, ellos no tienen el estatus de empresarios. Hay la competencia de turismo desde el 2015 y una “Comisión Municipal de Centros Nocturnos” en la que no están representados los de la Asoc. de Bares y Discotecas.
La proyección de destino turístico de la ciudad es de “negocios”, pero necesita del entretenimiento para completar su oferta y competir con otras de la región. Su clima nocturno, la zonificación cercana de los hoteles y su gente farrera lo hacen posible, para que dejemos de estar en el puesto 171 de 180 ciudades turísticas del mundo (Quito está en el puesto 120) y dejar de ser solo una ciudad de paso a Galápagos y Montañita.
¿Sería difícil pedir un cambio de timón a esta política provinciana y moralista después de tantos años? Es interesante escuchar a un candidato a la Alcaldía ofrecer una ordenanza de acuerdo con la modernidad, con reglas claras y estables.