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Opinión
Editorial
Los nuevos monumentos
El municipio guayaquileño inaugurará dos monumentos que tienen el recuerdo de la primitiva sociedad prehispánica con dos personajes que se llaman Guayas y Kil, y cuya leyenda añade un toque indígena a la realidad nacional. Los monumentos serán los más altos de la ciudad, después de la Columna de los Próceres, que es el de mayor altitud.
Pero también el municipio considera la erección de otros monumentos, el de Cristo del Consuelo que congregaría en el bronce el profundo y multitudinario culto a esa imagen cristiana, venerada por las muchedumbres que cada año hacen una inmensa demostración de su fe católica con la procesión que recorre muy largos tramos de la ciudad, cuando se recuerda el Viernes Santo.
Los monumentos cuando representan hechos o personajes de la realidad social y de la historia y la leyenda son no solo esa representación, sino que sirven como un ejemplo visible del mejor pasado y como paradigmas para el comportamiento de las generaciones actuales.
La inauguración de los monumentos a Guayas y Kil se efectuará en los próximos días, pues se han realizado ensayos de su ubicación.
La crisis que no se quiere reconocer
EN MUCHAS partes el fin de la Semana Santa significa la reactivación de varios aspectos económicos, sobre todo en la Costa, porque se acerca el ciclo escolar que tradicionalmente se inicia a mediados de abril, aunque la fecha oficial es el 2 de mayo. Y eso genera mayor movimiento para locales donde venden libros, cuadernos, etc. Además, estamos a 5 o 6 semanas del Día de la Madre, lo cual significa buen movimiento comercial en todo el país, solo superado por el Viernes Negro y la temporada de fin de año.
SIN EMBARGO, LA crisis económica creciente no se puede ocultar, aunque no quieran reconocerlo en esferas oficiales. Y es que no se paga puntualmente a los GAD (Gobiernos Autónomos Descentralizados), a la Junta de Beneficencia, a Solca y a tantas entidades a las cuales “retienen” fondos públicos; porque el gobierno no es “generoso”, sino solo un agente de retención. Y no podemos depender de nuevos endeudamientos internacionales, que pasan de los 21 mil millones de dólares. Y si sumamos a la deuda interna, que es de 13 mil millones y pico, nuestro país tiene ahora una deuda pública de 34.343 millones de dólares, que podremos pagar -haciendo grandes esfuerzos- después de largos años...
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MIENTRAS TANTO, NADA se hace por reducir la costosa burocracia actual, con número de ministerios el doble que hace 10 años, y con asesores y carros públicos por todos lados, todo pagado -por supuesto- por el sufrido contribuyente.
Por Nicolás Ulloa