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Opinión
Editorial
La reconstrucción financiada
Los daños causados por el terremoto último son muy graves. Se dan cifras estimadas para la reconstrucción y señalan 3 mil millones de dólares como promedio para esas tareas que deben iniciarse de inmediato, empezando por restablecer los servicios básicos: energía eléctrica y agua potable.
Galo Plaza, en cuyo gobierno hubo el terremoto de 1949, dijo que ha pasado la hora del llanto y es el momento de trabajar. Y creó en Ambato la Junta de Reconstrucción encargada de reparar los ingentes daños.
¿Cómo se financiarán esos 3 mil millones? Ya estarían financiados. Acaba de aprobarse otro crédito chino por 2 mil millones, de los cuales 1.500 son de libre disponibilidad y deben ser para reparar los daños causados por el terremoto. El presidente Correa dijo que hay un fondo de 600 millones para el efecto y el Ministro de Finanzas informó que se lograron varios créditos que superan la cifra del fondo existente.
Lo urgente, entonces, es crear el ente que se encargue, con amplias posibilidades de maniobra, de invertir esos dineros, destinándose buena suma para préstamos especiales, con bajos intereses y largos plazos, para quienes han perdido sus viviendas y sus bienes.
“Los árboles mueren de pie”
Una calamidad nunca viene sola. Hay que abrir el paraguas para capear el temporal. Son frases que las expresan generalmente los abuelos, que por su edad y experiencia son sabios y por ello saben lo que dicen.
Nuestro país atraviesa una época sumamente difícil. Vive una crisis moral, económica y fiscal que nadie la desconoce, y que quienes dicen que no hay tal, se inventan frases estereotipadas para tratar de engañar al pueblo sin comprender que este es más inteligente que ellos. A la crisis económica que nos ahoga, y que cada día aumenta, se suma el terremoto del 16 de abril que trajo angustia, desazón y muerte a cientos de hogares de 6 o más provincias.
Frente a esta dura realidad no nos queda sino ser solidarios y optimistas, ser consecuentes con el dolor de nuestros hermanos, prometer mantener la calma, evocar los manes de quienes nos antecedieron y que ante embates como estos, cual Ave Fénix, salieron de las cenizas, y siguieron forjando la grandeza de nuestra patria.
No debemos acobardarnos. El mundo es de los valientes. Si no fuere así, la humanidad hubiera desaparecido como consecuencia de la serie de tragedias que ha soportado, que soporta y que va a seguir soportando; porque ahora más que nunca se pone en vigencia el pensamiento de Hobbes “el hombre es el lobo del hombre”.
Hay una sola reflexión en este instante: la unidad y la solidaridad de todos los ecuatorianos. (BLC)
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