Opinión
Editorial
Dos fronteras distintas
Tanto al norte como al sur las poblaciones colombianas fronterizas están pasando por un verdadero boom debido a las compras que efectúan, en el sur, los ecuatorianos; y en el norte la avalancha que empezó a desatarse ante el desabastecimiento de lo más esencial en Venezuela, a tal punto de que el gobierno de Maduro ha tenido que autorizar el paso a los venezolanos para que puedan adquirir, en las poblaciones fronterizas de Colombia, bienes esenciales para el diario consumo.
No es el caso de la frontera sur, donde miles de ecuatorianos trasponen semanalmente ante la diferencia de los precios, muy notable, entre Ecuador y Colombia, debido a las evaluaciones de la moneda colombiana que han situado el cambio en más de tres mil pesos por dólar.
Según la información internacional, alrededor de 25 mil venezolanos, acosados por el hambre, cruzaron su frontera para adquirir bienes elementales como medicinas y alimentos, de los cuales carecen casi en absoluto en su país sumido en una crisis profunda con el estancamiento de la producción en medio de una inflación que está catalogada entre las más altas del mundo.
Los vendedores callejeros
Caminando por la urbe se ven lugares con parasoles que dan protección del astro rey a vendedores de jugos, esencialmente de naranja y de guanábana. “Son recién exprimidos y embotellados”, pregona una joven con sus manos protegidas por guantes. Compré una botella para iniciar la charla y la primera pregunta fue cómo surgió la idea.
La respuesta es instantánea: Perdí mi trabajo y me canso de indagar por varios lugares. En todos lados la respuesta es la misma: “Estamos en joda... no vendemos nada. ¿Cómo vamos a contratar empleados?”. Por eso, con otros familiares decidimos buscar una extractora de jugos y adquirir botellas de plástico para que el cliente vea que todo es fresco (las naranjas con cáscara y todo las conservan en un cajón con hielo).
Otro señor me dice: ¿Ve esos parasoles?... También venden estos jugos que atraen, no solo por el clima soleado, sino porque ha llegado el momento de que tener ideas para ganar un sustento que no será extraordinario, pero que de algo ayuda...y en forma honrada.
En otros sectores los vendedores ambulantes venden cometas, aves voladoras de plástico y con alguna gracia. “Señor, me explica el vendedor, hay días buenos y días malos. Y debo llevar algunas monedas para poder comer, aunque sea una vez al día...”.
Por Vicente Flores L.