Opinión
Editorial: horrendos crímenes
De acuerdo con la información correspondiente, los delitos de sangre han disminuido en el país y especialmente en la provincia de Guayas y en su capital, Guayaquil.
De acuerdo con la información correspondiente, los delitos de sangre han disminuido en el país y especialmente en la provincia de Guayas y en su capital, Guayaquil. Pero en cambio la brutalidad de esos delitos se ha incrementado notablemente. Casi no hay semana en que no se mencione un delito horrendo con características que nos hacen pensar en que la comunidad vive una violencia sin límites.
El último hecho es realmente estremecedor: Un niño ha sido hervido vivo en agua ardiente por su madre y su padrastro, y luego su cadáver descuartizado y sus restos arrojados en varios lugares.
¿Cabe mayor perversidad que un crimen de esta naturaleza? Y no es el único que se ha cometido con un horror sin nombre. Cada vez con mayor frecuencia, los crímenes cobran caracteres de brutalidad lombrosiana y los asesinos confiesan los hechos con una pasmosa sangre fría.
Las penas para casos como el citado deben ser muy drásticas y los asesinos de esta clase merecen condena a prisión perpetua, porque su libertad no solo es un peligro social, sino un atentado contra elementales principios de moral y humanidad.