Editorial: El pueblo calla y la corrupción gana
Lo más alarmante es que, ante las alertas de diversos sectores de la sociedad, las máximas autoridades se hacen los ‘ciegos, sordos y mudos’
La corrupción y el miedo, enquistados en todos los niveles de los poderes del Estado, deben ser un tema obligatorio de conversación para los ecuatorianos. No se puede postergar más, ni mirar hacia otro lado, cuando un juez anticorrupción queda desprotegido ante amenazas y presiones de un alto funcionario del Consejo de la Judicatura para declarar inocente a un procesado por lavado de activos. Tampoco se puede ignorar la escandalosa detención de la primera mujer en liderar la Comandancia de la Policía Nacional por el caso León de Troya.
El país enfrenta una crisis no solo institucional, sino también ética y moral de sus representantes. Muchos llegan a ocupar cargos estratégicos con oscuros pasados, salpicados de cuestionamientos, o simplemente como instrumentos para ejecutar ‘favores’ a ciertos grupos privilegiados.
Lo más alarmante es que, ante las alertas de diversos sectores de la sociedad, las máximas autoridades se hacen los ‘ciegos, sordos y mudos’. Este círculo vicioso no hace más que profundizar la desconfianza de la ciudadanía y socavar los cimientos de la democracia.
Si seguimos normalizando estas prácticas y permitiendo que el miedo y la corrupción se impongan, Ecuador no solo perderá instituciones, perderá su futuro.