Editorial: Corrupción y soberanía

El ex presidente de la República último se ha sentido molesto por la integración de una comisión anticorrupción, formada por el nuevo gobernante, la cual ni siquiera tiene la facilidad esencial de cualquier cuerpo legal de esta naturaleza que consiste en su capacidad para investigar. El exjefe de Estado dijo que dicha designación afecta a la soberanía que su gobierno implantó, aunque esa actitud permitió los escándalos en Petroecuador y los sobornos de Odebrecht.

Una actitud realmente soberana consistiría en establecer un marco severo para impedir la corrupción y no lo que aconteció en el régimen anterior, pues no se atacó a los corruptos y más bien se pretendió responsabilizar a otros.

El actual gobierno ha dicho que luchará sin cuartel contra la corrupción, lo cual el país aplaudiría, luego de la virtual permisividad del anterior régimen.

Luchar contra la corrupción no es atentar contra la soberanía. Es el revés, porque los grandes negociados ocurridos en el transcurso de los pasados diez años se han dado por empresas extranjeras que fueron expulsadas del país y luego readmitidas para otorgarles contratos por miles de millones de dólares, y es el caso de Odebrecht.