Editorial: Cuando el ‘monstruo’ vive en casa

El 6 de abril pasado, un profesor recibía una condena de 22 años de cárcel por abusar física, psicológica y sexualmente de 41 niños en la institución en la que impartía clases, en Quito. Un mes después, un exsacerdote recibió 20 años por el mismo delito a una niña de 11 años.

Estos casos, que encendieron las alarmas, no solo en el sistema educativo o religioso, sino en todo el país, son solo dos de los tantos de índice sexual en los que las víctimas son menores de edad.

La simple idea de que un religioso o docente abuse de un niño suena aberrante, pero hay pequeños que tienen a los propios ‘monstruos’ viviendo en casa. El pasado miércoles, este diario publicó la noticia de que un abuelo tocaba sus partes íntimas delante de su nieta, de 8 años.

Fue una vecina la que notó, por una hendija en las paredes de la precaria vivienda, cuando el adulto mayor violentaba a su pariente, que estaba a su cuidado. Ella avisó a los progenitores que quien debía cuidarla abusaba de ella.

Si bien no hay justificación ante un delito de este tipo, sea quien sea la persona que lo ejecute, la sensación de que este podría ocurrir en el seno del hogar es algo que estremece.

Esto obliga a los responsables de los niños, tanto en casa como fuera de ella, a prestar mayor atención a su cuidado y tomar medidas para prevenir que aquellos ‘monstruos’ manchen de miedo una etapa en la que deberían educarse, jugar y ser felices.