Los violentos sucesos ocurridos en Posorja el pasado martes en que una turba indignada linchó a tres ciudadanos detenidos por robo, pero a los que el populacho creía eran los autores de un intento de secuestro de menores, es la noticia del momento.

Este ataque masivo provocó también incendio y destrucción que afectaron a los locales y vehículos de la Policía Nacional, causando enorme conmoción en toda la población ecuatoriana, que se informó inmediatamente a través de los medios de comunicación colectiva, y a la vez una seria preocupación de que hechos como estos pudieran repetirse en otros lugares del país con la aplicación de una suerte de “justicia popular”.

El hecho de que los acusados y posteriores víctimas del populacho hayan sido sacados de la celda a las que habían sido conducidos por el cometimiento de un robo a dos mujeres, pone de manifiesto el grado de indignación colectiva que ojalá no vuelva a repetirse ya que, por un error o cualquier otra circunstancia, pueden cometerse este tipo de crímenes que, por supuesto, no pueden merecer ni la simpatía ni la aceptación del colectivo nacional.

Y es que debemos tener confianza en que los jueces condenen, ley en mano, a quienes cometen delitos.