Editorial: Homenaje a las madres debe ser todos los días

Hoy se celebra el Día de la Madre, de ese ser que brinda un amor puro y noble, al que suma un sentido de sacrificio muy especial. La madre es un ser único; y Jesús tuvo la felicidad de contar con su madre. Ella estuvo siempre cerca de su hijo, hasta en el momento trágico del descenso del cadáver de Jesús de la cruz de su martirio para darle sepultura en la tumba cedida por José de Arimatea. En ese trance estuvieron María, su madre: Juan, el discípulo amado, y María Magdalena.

Luego de que la Iglesia Católica admitiera la virginidad de María, el culto a la madre de Dios se ha extendido por todo el mundo y sus advocaciones ensalzan el sacrificio duro y silencioso de la madre del Salvador.

Los poetas que cuando son auténticos adivinan el porvenir, han dicho que las madres no mueren y que moran para siempre en el más profundo azul de las estrellas. Ya quisiéramos todos los descendientes de una mujer que esto fuera así, para encontrarnos con ella en la eterna paz del cielo.

Festejar a la madre en un solo día al año es muy poco para enaltecer el rol trascendental de la madre en los destinos de la humanidad, pues ese ser único merece que se le brinde todos los días del año el homenaje más sentido por su amor, sacrificio, desinterés y desvelos por sus hijos.