Editorial: Las histéricas

Parece que los más altos dirigentes del oficialismo pasado tenían especial antagonismo con las mujeres, pues en muchas ocasiones las atacaron con: gordita horrorosa, vieja pelucona, loca, etc. Y ahora, cuando ya se ha marchado del poder el principal, el segundo, llama “histéricas” a quienes lo juzgan sin emplear ni términos injuriosos ni posturas agresivas.

Se dice que a la mujer no se debe agredir ni con el pétalo de una rosa. Y quienes no solo utilizan pétalos, sino ofensas mayores, demuestran un modo de ser que no es compatible con la frase que decía “gracias a mi buena estrella soy para todas las damas un caballero”.

Un grupo de damas que ejercen las funciones de asambleístas ha demostrado que no están allí para posar en las fotografías, sino que ejercen sus funciones, entre las cuales está la de fiscalizar, con valor y elegancia, como lo hacía la candidata presidencial socialcristiana, de quien el expresidente dijo que en vez de hablar de economía, materia que desconocía, debía dedicarse al maquillaje, como si se tratara de una muñeca de vitrina y no de una respetable mujer, valiente, muy preparada y honesta.

Las legisladoras de oposición reivindican una tarea que estuvo abandonada por la anterior Asamblea. Y lo hacen con sapiencia y con valor.