Opinión
Editorial: violencia en las
La última agresión se produjo el domingo pasado en las inmediaciones del estadio Capwell, y el resultado de este hecho violento fue que el agredido tendrá que ser sometido a una intervención quirúrgica por los severos golpes recibidos en su nariz.
Sin embargo de que la dirigencia deportiva, con el apoyo de las autoridades de Guayaquil, ha tratado de establecer controles que impidan la violencia entre las barras de los equipos de fútbol, dentro o fuera de los estadios, la agresividad de determinados hinchas que toman el deporte como una suerte de lucha a muerte contra los que no comulgan con la divisa del equipo de su preferencia, se sigue haciendo presente con condenables violencias que nos recuerdan a los terribles hooligans ingleses.
La última agresión se produjo el domingo pasado en las inmediaciones del estadio Capwell, y el resultado de este hecho violento fue que el agredido tendrá que ser sometido a una intervención quirúrgica por los severos golpes recibidos en su nariz.
Incluso, en la capital de la República se produjo hace algún tiempo la muerte de un joven que también fue atacado al concluir un partido de fútbol.
Lo grave de lo sucedido en Guayaquil es que el ciudadano ultrajado acusa también a ciertos agentes policiales que, en lugar de protegerlo, se sumaron a la agresión.
El deporte, que debe ser una invitación para la alegría y la solidaridad, no puede ni debe traer consigo efectos contrarios que atenten contra la integridad de los aficionados.