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Opinión

Educación y femicidio

La escena es espeluznante. Una mujer fue quemada con gasolina por su pareja en un basurero del cantón Daule porque supuestamente el sujeto estaba enfermo de celos. Mientras el responsable se rehúsa a dar la cara por lo que hizo, la víctima se debate entre la vida y la muerte en un hospital de Guayaquil. Su tragedia es una de las tantas que se han registrado en 2018. Según la Dinased, desde enero hasta la fecha existen 38 casos de femicidio y 20 se han quedado en intentos. Pero ¿cuántas damas sufren día a día por causa de sus parejas y no se atreven a denunciarlo?

Ya es hora de desmitificar la absurda creencia de que los crímenes más atroces se cometen, en definitiva, por culpa de las mujeres, que despiertan las más bajas pasiones de los ‘machos’ cuando prefieren alejarse de ellos y darse otra oportunidad en la vida. Que ellas tomen sus decisiones no significa de ninguna manera que puedan ser víctimas de violencia intrafamiliar o de humillaciones públicas a través de las redes sociales. Eso es propio de cobardes que esconden sus traumas e inseguridades detrás de sus egos heridos por el abandono. Es momento de que entiendan que cuando ellas se hartan de la mala vida que les dan, es lógico que quieran escapar como un acto de supervivencia. Mucho más quienes han sufrido episodios de violencia, ya que deben ser asistidas por profesionales que las ayuden a superar el dolor físico y emocional. Comprender eso es cuestión de educación y no solo de la creación de nuevas leyes. Cuando entendamos que la mujer se merece respeto por el hecho de ser persona, habremos crecido como sociedad.