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Diario Extra Ecuador

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El bochornoso espectáculo que ofreció Jonatan Álvez durante el partido entre Barcelona y Clan Juvenil quedará escrito en las páginas negras de la historia deportiva del país. No es posible que un jugador, por más goleador que sea, insulte y amenace con golpear a su director técnico por el simple hecho de sacarlo del campo de juego cuando faltaban diez minutos para que acabara el encuentro, que además iba ganando el equipo torero. Pero más penoso aún es que una gran institución, como el Ídolo del Astillero, intente echar tierra al asunto y pretender que no pasó nada. El mismo Guillermo Almada quiso minimizar el tema minutos después con el pueril argumento de que Álvez es “un gran muchacho” y que cualquier posible sanción se la tomaría a la interna, como si el papelón del domingo hubiera ocurrido en privado. Pero no, se produjo en vivo y en directo, frente a una hinchada que se merece respeto y las explicaciones debidas, luego de ver a su estrella fuera de sus casillas, pateando todo lo que encontraba a su paso. Ni siquiera el jugador se ha tomado la molestia de pedir disculpas públicamente, lo cual tampoco lo exoneraría de su responsabilidad, pero sería una muestra de madurez. Es inadmisible que un futbolista le falte al respeto a su jefe y que esto quede impune. Y no contento con eso, días después también insulte a un fotógrafo por el hecho de hacer su trabajo. ¿Qué es esto? ¿La selva? Su calidad de deportista no le da derecho a ofender a nadie y tampoco el club debe permitirlo, por el bien del deporte nacional.

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