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Diario Extra Ecuador

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Así se conocía al Hermano Roberto Costa, quien fue Director General de Viviendas Hogar de Cristo por 30 años. Su alma voló al cielo, a su encuentro con el Señor, el 11 de julio. Dejó su natal Valencia para venir a dejar sus últimos días de alegría en nuestro país, a cuya gente amó y se entregó sin límites.

Su preocupación fueron los pobres, los “sin techo”, sobre quienes volcó todos sus esfuerzos, no solo para darles una vivienda, sino un hogar, en su misión por integrar a las familias en una comunidad que satisfaga sus necesidades básicas, con amor, educación y salud, en una lucha permanente contra la exclusión.

Su característica fue una eterna sonrisa. No había diques para su accionar. Su meta era tener la mayor cantidad de pobres con techo. Cuando el dinero escaseaba recurría al “Banco de la Divina Providencia”, que nunca le falló.

No hay palabras para describir la dinamia y espiritualidad del Hermano Roberto. Solía repetir: “nosotros llegamos donde los demás no llegan”. Es verdad, las casitas de caña no dan réditos políticos. Pero, decía, no importa el material, sino el sentido de permanencia que da a la familia. Ese es el primer paso. Luego viene el resto.

Como dijo el Padre Eduardo Vega, “Ha partido al encuentro con Dios, alegría por esta nueva vida resucitada en la casa del Padre”. Seguiremos cumpliendo su propuesta, bajo la luz que irradian la filosofía y la doctrina ignacianas.

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